United States or Kuwait ? Vote for the TOP Country of the Week !


«Aquel era su tirano: un tirano consentido, amado, muy amado, pero formidable a veces. ¿Y cómo romper aquellas cadenas? A ella se lo debía todo. Sin la perseverancia de aquella mujer, sin su voluntad de acero que iba derecha a un fin rompiendo por todo ¿qué hubiera sido él? Un pastor en las montañas, o un cavador en las minas.

Tiene toda la sangre en la cabeza, suda como cavador, cierra las manos, hace gestos de desesperación cuando se pierde un actor. Si lo dije, si no sabe el papel. ¿Silban? ¿Qué murmullo es ese? Bien, bien; este aplauso ha venido muy bien ahí: esto va bien; ese trozo tenía que hacer efecto por fuerza. ¡Bárbaros! ¿Por qué silban?

En todo reparó ella, demostrándolo con una sonrisa picaresca. «Se ríe usted de lo reguapo que me he puesto hoy, ¿verdad? Acostumbrada a verme hecho un cavador... Pues le diré: hoy se casa mi hermana con ese a quien llaman el distinguido pensador, Federico Ruiz. Voy a la boda, y esta noche le traeré a usted los dulces». Fortunata volvió a su tema: «Es preciso tomar una determinación.

Si suda el cavador rompiendo la tierra, y apenas saca premio que le sustente más que un día, sin ganar fama alguna, ¿por qué no tomará, en lugar de la azada, una lanza, y, sin temor del sol ni de todas las inclemencias del cielo, procurará ganar con el sustento fama que le engrandezca sobre los demás hombres?

Después se frotó mucho las manos, murmurando: «Bien, bien; esta es la cosa». Era el movimiento inicial del obrero que se aligera las manos antes de empezar una ruda faena, o del cavador que se las escupe antes de coger la azada. Después dijo bruscamente y sonriendo: «¿Me permite usted echar un cigarrillo?».