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Actualizado: 28 de noviembre de 2025
Su antecesor rara vez subía al púlpito, y el verle a él en la cátedra del Espíritu Santo casi todos los días, despertó la curiosidad primero, después el interés y hasta el entusiasmo de los fieles. Su elocuencia era espontánea, ardiente; improvisaba; era un orador verdadero, valía más que en el papel, en el púlpito, en la ocasión.
La dificultad está en dar con el verdadero establecimiento de «Juan María Farina,» pues hay en la ciudad unas 25 fábricas, casi todas iguales pero enteramente distintas, cuyos productos llevan invariablemente el mismo rótulo, falso testimonio contra el nombre del difunto inventor de 1670.
Es así, que conocidas las cosas por la razon, puede el hombre determinarse á quererlas ó desecharlas, y á ir en busca ó en fuga de ellas. Dícese potencia ciega, porque nunca obra sin preceder la luz del entendimiento, por donde es verdadero el principio de las Escuelas: nihil volitum quin praecognitum: es decir, nada puede querer la voluntad sin que la ilumine el conocimiento.
El falso Sebastián se deja ver con la mayor circunspección: ante parte del público no es más que un pastelero; pero mientras encarga á sus criados el ejercicio de su baja profesión, procura hacerse popular con sus liberalidades, y excitar en los demás la sospecha de que no se propone otra cosa que disimular su verdadero estado, entregándose á prácticas caballerescas, que tan poco convienen á su clase.
Además, era bien evidente que no le profesaba verdadero afecto; de otro modo no dejaría que las gentes dijeran lo que decían de él. ¿Suponía acaso que la señorita Nancy Lammeter podía ser conquistada por cualquiera, squire o no, que llevara mala vida?
Es preciso que estemos seguros de la correspondencia de nuestras sensaciones con un mundo exterior, nó puramente fenomenal, sino real y verdadero.
Las costumbres excéntricas pero respetables de la marquesa de C. *, tía de su amiguita Enriqueta, la belleza de la condesa de B. *, los trajes de la duquesa H. *, los escándalos del barón de S. *, un verdadero loco, pero ¡tan fino! ¡tan distinguido!
La silueta angulosa del vate se destacó en el hueco de la ventana, y pudo verse claramente que se llevó repetidas veces la mano al sitio del corazón, con lo cual el entusiasmo de la muchedumbre se convirtió en verdadero delirio. Un viento de regocijo, de pura y fervorosa alegría soplaba por el vecindario de la noble villa.
El asunto era de los que no se disputan largo tiempo, porque todos los interesados saben que bajo motivos ostensibles se oculta otro, que es el verdadero, y que por común acuerdo todos saben que no puede ser discutido ni contestado.
Me dice V. E. que es mas fácil para nosotros sostener que el Yaguarey es el verdadero Igurey, que el Iguary de D'Anville para los Portugueses: sobre lo cual tiene V. E. mucho juicio, toda la justicia y la razon.
Palabra del Dia
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