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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Después, teniendo una alta idea de la vida monacal, que hasta allí sólo conocía por los elogios interesados que de ella se hacían y por la poética descripción que veía en los libros religiosos, que eran mis predilectos, me puse a pensar seriamente en la elección que iba a hacer de la Orden regular en que debía consagrarme a las tareas apostólicas, sueño acariciado de mi juventud; y después de un detenido examen me decidí a entrar en la religión de los Carmelitas descalzos.
El hábito del ahorro persistía en ella al vivir en plena fortuna, con una afición a mezclar sus brazos arremangados en las más bajas tareas de la casa.
Casi todos los empleados, dejándose dominar por la avaricia, sobrecargaban, en beneficio de sus particulares intereses, las penosas tareas de los indígenas, en tanto que el Estado veia disminuir poco á poco sus rentas, sin poder proveer de lo necesario á las misiones para que llevasen adelante su ya decaida industria; por manera que desde entónces la provincia no hizo mas sino vegetar.
El mayordomo permanecía junto a la escalinata, recomendando silencio en las tareas de limpieza, evitando el choque de los cubos, las ruidosas frotaciones, haciendo hablar a los camareros en voz baja, lo mismo que si estuviesen en la habitación de un enfermo. Un repiqueteo de campanilla surgió del último salón, amortiguado por las cerradas vidrieras.
Pasadas las primeras semanas de aquella existencia nueva, dividida entre la biblioteca del Senado, donde su trabajo consistía en dar libros a quien raza vez se los pedía, y las tareas de la imprenta, donde bajo la inspección de Millán iba siendo cada día más útil, comenzó a experimentar cierto reposo que él comprendía no ser definitivo, pero que le halagaba por verlo reflejado en la casa.
Esta facultad de descomposicion seria inútil si al pasar el entendimiento por la sucesion de conceptos, no tuviese medio de enlazarlos y retenerlos, en cuyo caso iría perdiendo el fruto de sus tareas escapándosele de la mano tan pronto como lo acababa de coger.
Esto es insoportable; esto es tan falso en filosofía como feo en literatura.» Así discurria Eugenio, y cerraba buenamente el libro, y apartaba de su mente aquellos tétricos recuerdos, entregándose de nuevo á la contemplacion de la bella naturaleza. Pasan las horas, suena la de comenzar sus tareas; y aquel dia parece el de las desgracias.
¡Entonces sí que maldijo con todo su corazón la hora en que salió de su casa, y el momento en que se decidió a pisar el campo de la política y a dejar las apacibles tareas de sus fáciles negocios; a trocar el prestigio y la consideración de que gozaba entre los prohombres de su país, por una ilusión de grandeza, que, en realidad, sólo le había valido desengaños, y empezaba a amenazarle con la ruina y la miseria!
Palabra del Dia
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