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Actualizado: 27 de mayo de 2025


En el último decenio del siglo XIV, que comprende los breves y sucesivos reinados de Enrique II, Juan I y Enrique III, tomó una nueva faz la poesía castellana, pues la artística, esforzándose en perfeccionarse, propendió á la elegancia externa, á pulir sus expresiones y á emplear combinaciones métricas artificiosas; inclinóse á la cavilosidad, á discurrir sutilmente sobre asuntos amorosos, á los juegos de ideas y palabras, á la alegoría y á la erudición.

La atmósfera de la iglesia, con el olor del incienso y el cuchicheo inquieto de las oraciones, penetraba sutilmente los sentidos de Muñoz y se confundía con la vaguedad de su sentimiento.

El Magistral, como el pez en el agua, entre aquellas rosas que eran suyas y no del Ayuntamiento como las del Paseo grande, se recreaba en los ojos de las que ya los tenían transparentes de malicia; y, más sutilmente, encontraba placer en manosear cabellos de ángeles menores.

Púsole visera que no tenía para lo cual le bastó media suela de una zapatilla; lo moldeó y le dio forma, que casi había perdido; adornole con una vistosa placa, que sacó de la chapa circular de un botecillo de betún, y por último, con ciertos tirajos de papel dorado, sutilmente desprendidos de una caja de mazapán, le puso sus tres entorchados. ¡Muy bien! ¡Así se hacen las cosas!

La mujer, dejándole solo, se internó por las otras habitaciones gritando: ¡Aixa! ¡Aixa! en el silencio. Al volver, acercose a la pared, y desprendiendo sutilmente una tabla pintada, quitó de aquel modo el tabique interior de una hornacina, abierta en todo el grueso del muro.

Lo cierto es, que ni en una queja, ni en un suspiro, ni en una mirada, ni en una palabra, por sutilmente que quisiera interpretarse, reveló jamás el Padre Enrique, ni dejó entrever a los curiosos y ávidos ojos de doña Luz la tempestad oculta en el centro de su alma.

Este tan grande embelesamiento dió lugar a Cortado que concluyese su obra, y sutilmente le sacó el pañuelo de la faldriquera, y despidiéndose del, le dijo que a la tarde procurase de verle en aquel mismo lugar, porque él traía entre ojos que un muchacho de su mismo oficio y de su mismo tamaño, que era algo ladroncillo, le había tomado la bolsa, y que él se obligaba a saberlo, dentro de pocos o de muchos días.

Palabra del Dia

ciencuenta

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