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Actualizado: 26 de mayo de 2025
La suponía sola, en estado de escucharme y en una situación que excluía todo peligro. Tomaba la palabra y sin preámbulo, sin rebozo, sin subterfugios, sin palabrería, y, con la misma franqueza que si se tratara de un confidente muy íntimo desde mi juventud, le refiriese la historia de mi pasión, nacida de una amistad de niño de súbito trocada en amor.
Allá en el monte, entre las negras encinas y los tomillos, una escena lamentable ocurre. Millares de señoras enfurecidas zumban y pican, defendiendo el fruto de su maravillosa industria. Y no trate de disculparse el desvergonzado gorrón diciendo que con la miel va á hacer medicinas, y con la cera velas para los santos... «Aquí no se admiten subterfugios.
Quería ver a Magdalena aquel día, a todo trance. «Ya no habrá me decía subterfugios, ni disfraces, ni habilidad, ni barreras que prevalezcan sobre lo que yo quiero y contra la certidumbre que tengo.» Llevaba en la mano las flores rotas, las miraba y las cubría de besos, las interrogaba como si guardasen el secreto de Magdalena, las preguntaba qué había dicho ella cuando las desgarraba, si eran caricias o insultos... Y no sé qué sensación desenfrenada me replicaba que Magdalena estaba perdida y que ya no tenía más que atreverme.
El curioso Alemán llevaba todos los bolsillos repletos de naranjas y bizcochos, y en tres horas, hasta que el sueno le rindió, no suspendió sus ejercicios gastronómicos. Pero es el caso que al pedirle detalles sobre las comarcas que había visitado no daba razón de nada, explicando su Ignorancia con mil subterfugios.
Y esta casta de réplicas solía dar ocasión a nuevos y más intencionados subterfugios míos, hasta que me asaltaban los remordimientos acordándome de Neluco... o se amparaba ella de alguno de mis libros con santos, que le entusiasmaban, y acudía yo entonces a explicarle las estampas para concluir también por donde siempre, aunque en un estilo y de modo más soportables.
Godfrey salió, dándose apenas cuenta si estaba más tranquilo por haber terminado la entrevista sin haber modificado su posición, o más inquieto al pensar que se había enredado aún más en los subterfugios y los artificios.
Era evidente que había abrigado dudas sobre mi persona aquella noche de la comida en la plaza Grosvenor; por lo tanto, en las actuales circunstancias sus sospechas aumentarían, no había duda. ¿Lo encararía audazmente y de este modo le demostraría mi intrepidez, como también le haría saber que estaba al tanto de sus subterfugios? ¿O me retiraría y vigilaría sus movimientos?
Palabra del Dia
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