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Actualizado: 15 de junio de 2025


A esa sosa de la Ignacia añadió poco después el viejo le puedes dar lo que te parezca cuando se case. A todo dijo Martín que . Luego acompañó al viejo, contestando a sus preguntas, algunas muy extrañas, y por la madrugada dejó de vivir Miguel de Tellagorri, hombre de mala fama y de buen corazón.

Antes que vender al economista el secreto de sus compras, que eran tal vez el principal hechizo de su vida sosa y rutinaria, optaba por hacer el sacrificio de sus galas, por arrancarse aquellos pedazos de su corazón que se manifestaban en el mundo real en forma de telas, encajes y cintas, y arrojarlos a la voracidad de la prendera para que se los vendiese por poco más de nada.

Después de macerado en una vasija de barro y al sol, se filtra y se agrega: Agua de rosa 3 gramos. Aguardiente fino 3 Dése suavemente todas las noches con algodón y déjese secar. Para hacer desaparecer las manchas de la cara, lávese con agua caliente, en la que se habrá disuelto sulfato de sosa. Para deshinchar los párpados. Aceite de almendras dulces 20 gramos.

Bœninghausen le atribuye una accion especial en los dolores y parálisis de los músculos flexores; el hidroclorato de sosa tiene, respecto á esto, analogía con causticum. Se puede indicar que es el opuesto del cobre y el plomo, puesto que estos afectan con preferencia los músculos estensores.

Este compuesto de sosa y ácido borácico tiene una esfera de accion mas limitada que la que podria suponerse, á juzgar por la del hidroclorato de sosa, que es estensa: el uso clínico no es grande, y sus efectos fisiológicos, que indican muchos puntos de analogía entre los dos medicamentos, no han sufrido la prueba práctica, sin la que los medicamentos permanecen en la region del olvido.

Francisco de Sosa, General de la Orden de religiosos observantes, Obispo de Canarias y Consejero del Santo Oficio, para que le alcanzara salvoconducto con que presentarse voluntariamente en las cárceles del Tribunal á la defensa de su causa, y con su aquiescencia dirigió memorial al Consejo en 22 de septiembre de 1611.

El conde Don Pedro Bélez, La fortuna adversa del Infante>, Fernando de Portugal: págs. 95-145. Nuestra Señora de la Peña de Francia, El León apostólico y Cautivo coronado, El esclavo fingido, D. Manuel de Sosa y Naufragio prodigioso y El Príncipe tocado: páginas 171-270. El buen vezino, págs. 204-221. El prodigio de Etiopía. La victoria de la honra. El valor perseguido y traición vengada.

A la vasija donde está el aceite se va echando el agua con la sosa; una persona va echando, mientras otra está sin cesar dando vueltas con un palo, siempre al mismo lado; este batido ha de durar dos horas, dejando la mezcla en reposo unas diez y seis horas.

Cuando la sosa está bien deshecha, se le añaden diez gramos de polvos de jaboncillo, y a continuación una persona va echando poco a poco hasta tres litros de aceite, mientras otra, con un palo, revuelve sin cesar, siempre al mismo lado. Después de estar batiendo dos horas, y cuando está como natilla espesa, se echa a los moldes.

Además, sin ser ignorante ni cándida, tampoco resultaba sosa ni simplona: no creía que los niños se encargan a París, pero el altar de su pureza no había recibido ofrendas, y, su misma reflexiva castidad le daba conciencia del valor de lo que podía perder.

Palabra del Dia

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