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6 y los que después de ellos has engendrado, serán tuyos; por el nombre de sus hermanos serán llamados en sus heredades. 7 Porque cuando yo venía de Padan-aram, se me murió Raquel en la tierra de Canaán, en el camino, como media legua de tierra viniendo a Efrata; y la sepulté allí en el camino de Efrata, que es Belén. 9 Y respondió José a su padre: Son mis hijos, que Dios me ha dado aquí.

«¿Qué derecho tengo yo decía entre para que esta hermosa mujer, tan discreta, tan graciosa, tan a propósito para ser el encanto y la admiración de quien la trate, se sepulte en vida en castigo de haberme amado y de haberme tomado por marido? ¿Qué derecho tengo yo para imponer además la misma pena a su linda hermana, más joven aún y no menos a propósito para lucir en el mundo?

551 aquel bravo compañero en mis brazos espiró; hombre que tanto sirvio, varon que fue tan prudente, por humano y por valiente en el desierto murió. 552 Y yo, con mis propias manos, yo mesmo lo sepulté; a Dios por su alma rogué de dolor el pecho lleno, y humedeció aquel terreno el llanto que redamé.

Cuando quede la tierra aniquilada; cuando el mundo soberbio, cruel y vano se sepulte en la nada y en el profundo arcano; cuando no reste un hombre, aún vivirá la fama de tu nombre. ................................... Patria, en la paz reposa y prepara afanosa el hierro poderoso de tu lanza y jura firme en la sangrienta fosa de tus hijos, tomar cruda venganza.

Deseo vivir y espirar en medio de este vasto panorama: ¡ay! ¡ojalá que al cerrar mis párpados el dedo de la muerte haya quien me sepulte al margen de esos rios bajo la copa de esos álamos frondososEstuvimos por unos instantes en silencio.

7 Y Abraham se levantó, y se inclinó al pueblo de aquella tierra, a los hijos de Het; 8 y habló con ellos, diciendo: Si tenéis voluntad que yo sepulte mi muerta de delante de , oídme, e interceded por con Efrón, hijo de Zohar,

Moriste dichoso, sin ver que sobre el pecho la sombra del ala extendida y las garras del buitre voraz. La suerte está echada. Borraste el padrón infamante, y en su híspida senda tu pueblo camina adelante. Tal vez llegue al fin, o tal vez lo sepulte el alud. Ya el árbol, nutrido con sangre y acerbos dolores, sonríe en sus frutos y espera en sus vírgenes flores.