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Actualizado: 19 de mayo de 2025


2 Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina: 3 Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar. 4 Y aconteció sembrando, que una parte cayó junto al camino; y vinieron las aves del cielo, y la tragaron. 5 Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y luego salió, porque no tenía la tierra profunda;

Viendo el buen P. Lucas que había allí poca esperanza de sembrar la semilla evangélica, á causa de la mala opinión que de él tenían, se encomendó á y al cacique á la suave y poderosa gracia del Espíritu Santo; y llamándole aparte, procuró lo primero, con el mejor modo que pudo, quitarle de la cabeza aquel error, y después le manifestó el fin de su venida, y el bien que recibiría si abrazase la santa ley de Jesucristo.

-Estéril o estil -respondió Pedro-, todo se sale allá. «Y digo que con esto que decía se hicieron su padre y sus amigos, que le daban crédito, muy ricos, porque hacían lo que él les aconsejaba, diciéndoles: ''Sembrad este año cebada, no trigo; en éste podéis sembrar garbanzos y no cebada; el que viene será de guilla de aceite; los tres siguientes no se cogerá gota''.»

El terreno del de San José, en que desembarcó la tropa, demostraba capacidad para sembrar, pero falto de agua dulce, pues todas las que se hallaban en pozos que se abrian, era salobre y salitrada, sin embargo que en algunos se halló mas sufrible.

Desde el Pan de Azucar hácia el norte habitan en la banda occidental los Guanás. Estos son indios que trabajan sus tierras, para sembrar maiz; y hacen tambien sus sementeras á los Mbayás, pagándoles estos su trabajo. Mas arriba del Tacuarí hay, en el rio de los Porrudos, otros indios semejantes en el modo de vivir á los Payaguás, pero de mas valor, y excelentes flecheros.

Viérasla aquí, entre chotos y novillos, Arar, sembrar, coger..... ¡siempre á la espalda El cuévano cargado de chiquillos!..... Ó, bailando en los campos de esmeralda, Los domingos y fiestas, la hallarías, Con las trenzas más largas que la falda, Recios los huesos, las miradas frías, Y rebosando del corpiño el pecho, Rica promesa de robustas crías.

Las tierras eran de lo mejor para sembrar, y la princesa tenía fama de inteligente y hermosa; así es que empezó a venir de todas partes un ejército de hombres forzudos, con el hacha al hombro y el pico al brazo. Pero todas las hachas se mellaban contra el roble, y todos los picos se rompían contra la roca.

Luego se ocupa en sembrar al aire libre zanahorias, perifollos, escarolas diversas, coles de Milán rizadas, brécoles, malpicas, perejil y otras muchas clases que constituyen la jerarquía ensaladesca, y entre las cuales hay excelentes personas que nos acompañan á la mesa y se dejan comer. También atiende á una faena tan interesante como útil.

Las mugeres de aquestos dos trabadas, Comienzan de sembrar tan gran zizaña, Que yendo ya las cosas mal guiadas, Se fragua en poco tiempo gran maraña. El Zurita tenia desganadas Las gentes, y

Oiga Vd., prosiguió su interlocutor: no es de ahora que noto yo que me huye Vd. la cara. No huyo la cara ni á Vd. ni á nadie, contestó Varmen; pero no soy amiga de dar conversación á los hombres. Ni yo de sembrar para no coger: ¿está Vd., Varmen? ¿Vd. me desprecia á ? No, señor; yo no acostumbro á bajar á nadie de su estado. ¿Yo? No, señor: yo no abro mi ventana. Á otro se la abrirá Vd.

Palabra del Dia

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