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¿Y aunque así fuese, amiga? ¿Que si distinguir a primera vista un caballero? ¡Que si acierto a saber que entre un millar de entes tradicionales, cortados por un mismo patrón, incorrectas ediciones de sus abuelos como Enrique Robinson, por ejemplo, no encontrarías un solo caballero original, independiente, individualizado como tu Príncipe!... ¡Acuérdate, amiga, y ruega al cielo que realmente sea de veras tu Príncipe!

Y menos mal que puede tener a su lado a su mujer y sus hijos; pero dos leguas más lejos, en la marisma, vive un guarda de caballos, completamente solo todo el año, de cabo a rabo, haciendo una verdadera vida de Robinsón.

Si es encantador y variado para el Robinsón tendido en el islote ó encaramado al tronco de un árbol, el aspecto del arroyo, es mucho más hermoso todavía para el visitante que sigue la orilla de sinuosidad en sinuosidad, caminando tan pronto sobre las rocas tapizadas de zarzas, como sobre la espesa hierba de la pradera, ó bajo la móvil sombra de las ramas agitadas.

La madera verde de las paredes despedía humedad, que penetraba aún al través de la piel de plantígrado que me habían entregado. Me sentí como Robinson Crusoe en su árbol, después de retirar la escalera, o bien como el niño a quien se mece en la cuna. Al cabo de media hora de insomnio, sentí haberme parado en Wingdam.

Retirado a aquel lugar, comenzó a llevar una vida de Róbinson . Escogió la parte más agreste de las montañas; construyó una choza, desmotó el terreno, y haciendo algunas excursiones a las aldeas cercanas, se proporcionó semillas y cuanto se necesitaba para sus proyectos. Sus viajes de soldado por el centro de la República le han sido muy útiles.

Poco les bastó para vivir á los célebres amantes: adoptaron el sobrio y solitario régimen de Robinsón, comida de viernes. En dirección del Mediodía se encuentran algunos lugares más civilizados, agradables y deliciosos, tales como Pornic, Royan y Saint-Georges, Arcachón, etc. Ya he mentado en otra ocasión Saint-Georges, la dulce playa de los olores amargos.

Tal es mi caso, amigo mio: he caminado mucho y viajado poco: y no obstante, tambien como V. soñaba yo allá en mis juveniles años en el placer de los viajes; extasiábame con Robinson, deleitábame con Rolando, no me detenia en engolfarme en el Viajero universal, y acaso acaso tuve mis tentaciones de tomar por modelo al Jóven Anacársis.

Hay Benyocdan, lo mismo que Robinsón, se encuentra en una isla desierta, y por la virtud de su ingenio, por la energía de su espíritu y por la robustez y brío de su cuerpo, lucha con la naturaleza y la doma: cubre su desnudez con productos vegetales y con pieles; remedia su debilidad inventando armas; somete a varios animales y los sujeta a su mandado; se abriga de la intemperie construyéndose una vivienda, y se proporciona fuego, y guisa los alimentos para no comerlos crudos, y crea para su uso y comodidad otras artes y otros oficios.

Al día siguiente la señora de Federico, acompañada del Reverendo Asa Crammer, director del Instituto, y de don José Robinson, personas respetables en extremo, se presentó indignada a Príncipe, teniendo lugar una borrascosa entrevista para reclamar a Carolina. No, no podemos permitir en manera alguna tal intervención decía la señora de Federico, mujer vestida a la moda y de dudosa apariencia.

Hase dicho, sin embargo, que no hay hombre grande para su ayuda de cámara, y no se libraba el gran Robinsón de esta ley general de las ilustres celebridades. Consistía, pues, una de sus secretas flaquezas en teñirse cuidadosamente la barba, blanca ya por completo, para ponerla al nivel de su todavía abundante cabellera, que se conservaba negra como las alas del cuervo.