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Actualizado: 4 de junio de 2025


Miraba a los tres caballeros, que se habían detenido algo más arriba, junto al jardín de Casa Riera. Parecía que se despedían. En efecto, dos siguieron hacia la Presidencia, y el del gabán claro bajó por la calle de Alcalá. ¡Instante tremendo, que no olvidaría jamás D. José Relimpio aunque viviera mil años!

D. Francisco Antonio de Letamendi, de este comercio y vecindario; el Sr. D. José Moll, Alcalde de hermandad de la banda del sud en esta capital; el Sr. D. Sebastian de Torres, vecino y de este comercio; el Sr. D. José Maria Calderon, Vista de la Real Aduana; el Sr. D. José Riera, vecino y del comercio; el Sr. D. Raimundo Rial, Alcalde del barrio número 19, cuartel quinto; el Sr.

¿Cómo al revés? -replicó don Quijote-; luego, ¿no te pagó el villano? -No sólo no me pagó -respondió el muchacho-, pero, así como vuestra merced traspuso del bosque y quedamos solos, me volvió a atar a la mesma encina, y me dio de nuevo tantos azotes que quedé hecho un San Bartolomé desollado; y, a cada azote que me daba, me decía un donaire y chufeta acerca de hacer burla de vuestra merced, que, a no sentir yo tanto dolor, me riera de lo que decía.

»Su risa de hoy me ha hecho daño. No habría querido que se riera al oír el relato de un acto heroico. Tan grande como es su confianza, es profundo y amargo su escepticismo... ¿Quién lo ha hecho así? La vida, dice él. »Mayor es la pena que he tenido al oírle reírse de mismo. Cuando se ríe con esa risa falsa, me parece que hubiera algo de desgarrado en su voz, en su pecho...

Rodil estaba resuelto a prolongar la resistencia; pero su coraje desmayó cuando, en los primeros días de enero de 1826, se vió abandonado por su íntimo amigo el comandante Ponce de León, que se pasó a las filas patriotas, y por el comandante Riera, gobernador del castillo de San Rafael, quien entregó esta fortaleza a los republicanos.

¡Qué cosas tenemos a lo mejor los hombres llamados formales! dijo . Pues mira: pequeñeces son y hasta tonterías parecen; pero tienen su encanto, y ¡qué demonios le queda de placentero a la vida si se le quitan esos recreos?... ¿No es así? Pues, canástoles, el que se riera de nosotros ahora, sería un grandísimo majadero.

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