Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 18 de mayo de 2025
Llegué a mis quince años, y requiriome de amores el hijo de un rico ganadero vecino nuestro; y digo mal que me requirió, porque aunque él por mí de amores se abrasase, como después pareció, nunca, ni con sus ojos, ni con su lengua, osó decirme el cuidado en que por mí se encontraba; ni aun fue él quien a mis padres lo dijo, sino los suyos, que cuidadosos por la salud de Gaspar, que así se llamaba este mi primer enamorado, viendo que cada día estaba más melancólico y más y más se tornaba amarillo, inquirieron la causa de su dolencia, y sabiendo por él que yo lo era, a mis padres me pidieron, y dijéronmelo mis padres, y yo, que no sabía qué cosa fuese amor, ni necesidad alguna de él sentía, ni cosa encontraba en Gaspar que a él me llevase, dije a mis padres que los obedecería, sin saber a lo que me obligaba mi obediencia; y sin pensar mis padres en otra cosa que en el buen casamiento que yo haría, por lo rico que Gaspar era, mi casamiento con él concertaron, esperando que con el trato y comunicación vendría el amor, de que entonces yo no daba ni aun remota señal.
El Magistral se sacudió dentro de la sotana, como entre cadenas, y descargó un puñetazo de Hércules sobre el testero del sofá. Después procuró recobrar la razón, se pasó las manos por la frente; requirió el manteo; buscó el sombrero de teja, se obstinó en callar, buscó a tientas la puerta y salió sin volver la cabeza.
El sacerdote requirió una explicación. Pero Adriana, arrepentida, repuso con indiferencia: Sí, por casarme, como se casa casi todo el mundo, padre. El sacerdote la absolvió. Ella llamó a Raquel. Regresaron a pie, cortando por la plaza Libertad para seguir por la calle Cerrito. Pero a mitad del camino Adriana quiso doblar hacia la izquierda, una cuadra, para cruzar la Avenida Quintana.
Palabra del Dia
Otros Mirando