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Actualizado: 13 de octubre de 2025


Quiso saber también quién iba en el coche, y adónde, y el dinero que llevaban; y uno de los de a caballo dijo: -Mi señora doña Guiomar de Quiñones, mujer del regente de la Vicaría de Nápoles, con una hija pequeña, una doncella y una dueña, son las que van en el coche; acompañámosla seis criados, y los dineros son seiscientos escudos.

Escribió una sátira contra el regente, y lo encerraron en la Bastilla. Pero me olvidaba de que esa Bastilla cuenta en sus anales un personaje más famoso aún que el mismo Voltaire, para las tradiciones de aquel edificio.

En cuanto a Webster, el regente, lo tomó con más sangre fría: felizmente ignoraba que durante dos días los chinos de los lavaderos, de las minerías, de las cocinas, miraban por la puerta de los talleres con la cara radiante de malicia; incluso que nos hicieron un pedido de trescientos ejemplares sueltos de La Estrella del Norte, para los lavaderos de la población.

Ballester fue temprano, y a ella le faltó tiempo para hablarle de la visita de Maxi y de la historia que este le había llevado. Mucho se incomodó el regente al enterarse de esto, y con desusada seriedad y calor hubo de negar lo que su amigo contara de la Samaniega. «Mire, compañero dijo ella , mientras más se amontone usted para negarlo, más creo yo en ello.

Anoche, según me dijo D. Francisco de Quevedo, estaba algo excitada. Por eso yo venía a ver... ¡Qué disparates hace! ¡Ya lo creo que es disparate! ¿Y usted no sospecha dónde podrá estar? Yo... nada. En fin, esperaremos. Sentose el regente dos escalones más abajo, y la santa guiñó los ojos para mirarle.

Consulté inmediatamente con el aprendiz, los impresores y el regente, pero no saqué nada en claro; nadie había visto la carta, ni sabía cosa alguna del que la trajo. Pocos días después recibí la visita de Ah-Ri, el lavandero. ¿Usted querer diablo? Bueno; yo tomar él.

A la orilla derecha del río y á 34 millas de Reina Regente, se encuentra este fuerte, al que pocas veces pueden llegar los cañoneros. El recinto es amurallado, con 38 metros de lado, construído de mampostería y flanqueado por torretas de planta baja en dos diagonales y dos baterías en las otras dos.

Marijuán, que mejor que yo sabía fingir, era el encargado de ordenar al ventero que le diese al amo lo mejor de la despensa, porque Su Excelencia, que iba de Regente a Sevilla, era hombre terrible y castigaba con fiereza a los posaderos que no le servían bien.

Al volver a la tienda y notar la ausencia del joven, el regente se quedó muy tranquilo y no dijo más que: «Ya voló... buena va». Tomaba con calma las extravagancias de su colega, y su deseo era que una de aquellas escapatorias fuera la del humo. «Pero no tendré yo esa suerte decía , y ya me lo volverán a traer para que le amanse». Maxi subió a su casa.

El cardenal Cisneros, entonces regente y gobernador del reino, fue el primero que determinó apelar á la reina para ver si se podia salir de las apuradas circunstancias en que los partidos habian colocado á las provincias y particularmente á Valladolid.

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