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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Porque resultó que don Recaredo aprovechaba la ida a Tablanca para despachar un negocio, pendiente de ese paso año y medio hacía, en un pueblecillo del Nansa, aguas abajo, y el insigne campurriano tenía también sus quehaceres de urgencia en la capital, por lo que se le llevaron consigo don Román y su yerno.
En ciertos pueblos se vive en la cocina durante el invierno, y el invierno duraba ocho meses en aquel pueblo. No es extraño, pues, que la de don Recaredo fuera tan grande y estuviera tan provista. Despojado don Simón de cuantas prendas llevaba encima de sí contra la lluvia, sentáronle en el sillón de preferencia, a media vara del fuego.
Recaredo, despues de abjurar las doctrinas de Arrio i atraer gran número de los de su parcialidad al catolicismo, fué quien abrió la puerta á las persecuciones contra el pueblo hebreo.
Y el tiempo apremiaba, y era preciso dejar sin tardanza el hospitalario albergue. Y se dió la orden para que se aparejaran los rocines; y llegó el caso de que los expedicionarios bajaran al portal con las espuelas calzadas; y montaron todos..., ¡y todavía no se cruzaron entre don Simón y don Recaredo otras palabras que no fueran lisonjas, cumplidos y finezas!
Mirólos éste despacio, arrimando el farol a la cara de cada uno; y cuando los hubo conocido, ¡Tanto bueno por acá! exclamó . Ya me esperaba yo la visita. ¿Se la han anunciado a usted, acaso? ¿Qué más anuncio que la proximidad de las elecciones? ¡Je, je, je!... ¡Qué don Recaredo éste! ¡Siempre el mismo! ¡Qué célebre!
Todo esto ha desaparecido en la edición presente, y así retocado el libro, y convertido en obra de arte puro, no teme la comparación con ninguna otra del autor. ¡Qué diálogo el de las niñas de la villa que no quiero nombrar! ¡Qué tipo el del hidalgo don Recaredo!
Entonces no insisto replicó don Simón, aflojando su mano hasta soltar las de don Recaredo. Vaya usted en la inteligencia díjole éste con cierta sonrisilla y dando dos pasos atrás de que para hacer por usted cuanto me fuera posible, bastaban las cartas de sus amigos.
Entonces repuso don Simón, apretando más y más las manos de don Recaredo , ¿me será lícito esperar que logre usted romper, o desatar, esos compromisos de tan poca consistencia? Para mí, señor don Simón dijo el hidalgo con cierta solemnidad , tratándose de compromisos de mi palabra, lo mismo son las ligaduras de hierro que las de estambre.
Nada de eso, mi señor don Recaredo respondió con dificultad el interrogado ; sino que con una jornada tan larga a caballo, y la falta de costumbre..., y luego el frío..., ¿está usted?... Pero, ante todo, le ruego que excuse mi poca cortesía al corresponder a sus atenciones, en vista de la dificultad que... ¡Pues no faltaba más sino que anduviéramos ahora en cumplidos!
Mientras los unos persistían en el tema, aunque con ciertos rodeos y miramientos, y el otro escurría el bulto, como decirse suele, una mocetona preparaba al fuego un perol de sopas de ajo, media arroba de lomo y otras menudencias por el estilo, que siempre abundaban en casa de don Recaredo.
Palabra del Dia
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