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Actualizado: 5 de septiembre de 2025


Es verdad, es verdad dijo la de Rufete con emoción, preparándose a derramar lágrimas. El pobre hombre, con el agua al cuello, desesperado y sin fuerzas para luchar con su destino, ha recurrido a ti. que te ha buscado; que te mandó un recadito con tu padrino; que fuiste a verle... Es cierto, ¿ o no? Es cierto.

Su señoría el gran cruzado, va a tomar una venganza terrible por el grandísimo agravio que le he hecho. Conté a lord Gray en breves palabras lo ocurrido. No temas nada dijo doña Flora . Ahora te agradeceré que vayas a casa a llevar a la señora condesa un recadito que me importa mucho. Con mil amores. ¿Pero está allí D. Pedro? ¡Qué ha de estar! Respiro. Pues bien.

No traigo carta; pero un recadito que vale más. ELECTRA. ¿Qué?...¿Sale? PATROS. Ahora mismo, en cuanto se vayan unos señores que ya estaban despidiéndose... Que le espere usted aquí, y hablarán un ratito... Tiene que ir a una conferencia telefónica. PATROS. Ya viene. Toma... Para la Virgen. PATROS. Ya, ya.

Nos mandará acá una pareja de orden público, y en cuanto llegue hombre o mujer de malas trazas con papel o recadito, me lo trincan, y al Saladero de cabeza». Mejor que este plan era el que se le había ocurrido a la señora. Tenían tomada casa en Plencia para pasar la temporada de verano, fijando la fecha de la marcha para el 8 o el 10 de Julio.

Fortunata se quedó como muerta. «Pues qué... ¿no está enfermo?». Se le escapó esta espontaneidad, y cuando quiso contenerla ya era tarde. Hacía una semana que Santa Cruz no iba a las citas, y le había enviado, por medio de Cirila, un recadito. Se había caído del caballo en la Casa de Campo, estropeándose ligeramente un brazo.

Para concluir: siempre que se le ofrezca a usted alguna cosa, sea del orden que fuese, piensa usted un rato, y dice: ¿A quién acudiré yo?, pues a ese tarambana de Segismundo'. Con mandarme un recadito... Aunque yo cuidaré de venir algún domingo o los ratos que tenga libres, porque ahora, como estoy solo con Padilla, dispongo de muy poquito tiempo.

Los niños de las Claverías y las mujeres estaban abajo, contemplando el Monumento. Las habitaciones parecían abandonadas. Gabriel vio pasar por frente a la ventana a su hermano, que al momento apareció en la puerta. ¿Qué quieres, Gabrielillo? ¿Qué te pasa? La tía me ha alarmado con el recadito. ¿Es que estás peor? Siéntate, Esteban. Estoy bien; tranquilízate....

Palabra del Dia

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