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Actualizado: 23 de noviembre de 2025
El poeta, con su corazón elevado y creyente, y con su amor inmenso, rasga el velo que oculta á los ojos de los mortales el reino de Dios; ábrese el cielo, lleno de nubes rosadas, que se mueven en todas direcciones, y de rostros angelicales resplandecientes, iluminando al linaje humano esos rayos sagrados, hasta los abismos más profundos de lo finito, hasta que todas las miserias de la tierra desaparecen ante el esplendor del astro del cielo.
En íntimo contacto con lo expuesto se hallan las facultades de nuestro poeta, en la parte que se refiere al trazado de caracteres.
En este punto descuella tan soberanamente el ingenio de Lope, que, con dificultad, podrá comparársele ningún otro poeta del mundo antiguo ó moderno.
Un escritor francés, un poco irónico siempre que habla de amor, dice que la causa de que los enamorados no se fastidien de estar juntos consiste en que siempre están hablando de sí mismos. Luisa y Daniel, en el trascurso de su noviazgo, no lograron agotar el tema. Su adhesión espiritual superaba cuanto ha imaginado el más excelso poeta lírico.
El amigo del gran poeta, y primer editor de sus obras, hubiera merecido mayor gratitud de la posteridad, si hubiera empleado el tiempo, que destinó á sus pomposos y alambicados elogios, en recoger noticias biográficas más completas de su vida. Las más importantes, que ofrece, son las siguientes: D. Pedro Calderón de la Barca nació en Madrid el día 17 de enero del año de 1600.
En la dramatización de las noticias históricas, fundamento de este drama, ha usado el poeta de la mayor libertad. Don Alvaro es hijo de Alvarez d'Armada, conde de Abranches, cuya historia cuenta La Clede, en su Histoire du Portugal, y el suceso trágico, que Don Alvaro refiere á Don Pedro de Lara, es la catástrofe del infante Don Pedro de Portugal, trocados los nombres.
Las fiestas del Corpus, desde la mitad del siglo XVII, no son tan frecuentes como antes, puesto que Vera Tassis dice, en la biografía de Calderón, que ya en los últimos años de este poeta insigne no se representaban autos sacramentales en Sevilla, en Granada ni en Toledo. En Madrid, sin embargo, se celebró siempre la fiesta del Corpus con toda la pompa á la antigua usanza.
Al sublimar el poeta lo divino, se transfigura él mismo por su virtud, excediéndose á sí propio de tal suerte, que ha dejado á todos en la imposibilidad de aventajarlo.»
Salimos del estrecho á salvamento Sin arrojar al mar poeta alguno, Tanto del Sardo fue el merecimiento. Mas luego otro peligro, otro importuno Temor amenazó, sino gritára Mercurio, qual jamas gritó ninguno. Diciendo al timonero: á orza, pára, Amainese de golpe, y todo á un punto Se hizo, y el peligro se repara.
En este mismo sentido puede también proponerse el poeta la pintura de un carácter, ó la representación de situaciones interesantes, en íntimo enlace con la fábula.
Palabra del Dia
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