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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Así es que al tomar posesión de mi destino, hallé no pocos empleados ancianos.

Pero en esta edad en que tanto se habian remontado los delitos, i hasta aquellos que mas ofendian a la naturaleza, eran pocos los daños que recibian los españoles.

No ocurría en la ciudad suceso que no tuviese por indispensable testigo al barbero. Bien podía desarrollarse en lo último del arrabal o en algún huerto; era indispensable que a los pocos minutos apareciese allí Cupido para enterarse de todo, prestar socorro al que lo necesitara, intervenir entre los contendientes y relatar después con mil detalles todo lo ocurrido.

Pocos se guardaban, pues, de hablar secretos en su presencia; pero si alguno lo hacía y llegaba a notarlo, le acometían tales ansias y congojas por conocer lo que le ocultaban, que no dormía, ni descansaba un momento; andaba pálida, ojerosa, se hacía grosera, intratable.

Por último, fué de los pocos que lograron salvarse cuando, pasando sobre un montón de cadáveres y haciendo prisioneros á los vivos, llegó el general inglés, Conde de Albemarle, á levantar el pabellón británico sobre la principal fortaleza de la Habana.

Ocupaba esta dama un modesto entresuelo sin lujo ni ostentación; la escalera estrecha, los muebles pocos y sencillos, la servidumbre reducida a una cocinera y una doncella. El único lujo que se autorizaba era un exceso de luz y de perfumes.

¡Precioso, precioso! repetía el Duque con su acento arrastrado, enfilando el monocle principalmente a las giraldillas. El duque de Tornos decía una verdad. Pocos espectáculos tan bellos y risueños podían ofrecerse en paraje alguno de la tierra. La romería, antes de morir, se agitaba con un frenesí de alegría ruidosa.

Leal permaneció inmóvil, siguiendo con mirada triste a su amo. 130 En vano le acarició su nuevo amo. ¡Bien merecía el nombre de Leal! Se dice que aquel hermoso caballo murió de tristeza a los pocos días.

En vano quiso alentarlos con la palabra D. García de Toledo, y con el ejemplo los estimuló echando pie á tierra y tomando una pica, con la que avanzó y contuvo al enemigo por de pronto, seguido de muy pocos; su heróica muerte sirvió tan sólo para poner alas al miedo y para que los fugitivos desordenaran á los escuadrones de atrás . Aquellos soldados mismos de Bugía y de Trípoli, asombro de Europa pocos días antes, tirando las armas se arrojaban al mar ó se dejaban degollar como carneros , sin que la autoridad y locución del Conde Navarro fueran atendidas.

Pues tengo para que tampoco están de más los soldados, observó Gualtero. De otra suerte ¿cómo podrían esos artistas que nombráis proteger y conservar los productos de su genio? De los cuales tenemos no pocos á la vista, agregó Roger. ¿Son todos estos trabajos de vuestra mano? Todos. Notaréis que algunos están concluídos en diferentes placas, que unidas forman cuadros de gran tamaño.

Palabra del Dia

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