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Actualizado: 1 de junio de 2025
»Ven pronto. »Te abraza tu tío Y ésta es la carta que ha recibido Azorín una página de nuestra historia contemporánea, un fragmento vivo, auténtico, con detalles vulgares, con rasgos épicos ¡en la realidad todo va junto! de nuestra vida de provincias literaria y política. Hoy Azorín se ha marchado a Petrel.
Sí; indudablemente, éste es el señor amable, éste es el señor voluble, éste es el señor ardoroso que recitaba versos aquel día, allá en mi niñez, en una sala húmeda con una sillería de reps verde. La carta que Azorín ha recibido de Pascual Verdú dice así: «Petrel...
»No llevaba mucho tiempo en Petrel cuando fui elegido diputado provincial, y al poco tiempo individuo de la Comisión, y, por fin, vicepresidente de la Diputación. ¿Qué te diré de mi gestión en la Casa de la provincia? Defendí siempre los derechos e intereses provinciales de una manera que no está bien que yo lo diga.
En Petrel, en este pueblo oscuro, en este pueblo diminuto, ¿hay un hombre que gasta monóculo? Y ¿este monóculo tiene una cinta ancha y una gruesa armadura de concha? Y ¿es más grande, y más recio, más formidable, más agresivo que el suyo?
Durante estos cinco años me encontraba en lo mejor de la vida, de los treinta a los treinta y cuatro años; atendía a muchos y variados trabajos; por una parte, a la Diputación, cuyo peso llevaba casi yo solo; por otra, continuaba al frente de mi despacho de abogado, que tenía abierto en Petrel, primero, y en Alicante después, el cual despacho llegó a adquirir tal prestigio que me fue preciso tener en él dos compañeros que me ayudasen, uno de ellos don José Maestre y Vera, presidente que ha sido de la Diputación y gobernador de Vizcaya.
Sí, Sarrió ha contestado Azorín ; yo me acordaré de usted cuando me coma estas uvas y siempre. Su recuerdo será en mi vida algo grato, algo imperecedero. Se han abrazado estrechamente. Adiós, Azorín. Adiós, Sarrió. Ha silbado la locomotora; el tren se ha puesto en marcha. A lo lejos, Sarrió agitaba en alto su sombrero de copa puntiaguda. En Petrel.
Querido Antonio: He leído en La Voz de Monóvar que acabas de llegar a ésa. ¡Qué malo que estoy, hijo mío, y cuánto me alegraría de poder abrazarte! Te espero mañana en el correo. El mal del cerebro ha apretado, y todo se pierde. No tengo ilusión de nada. ¿Qué han hecho de mí? Tu infortunado tío, Pascual Verdú.» A las once, en el correo, Azorín ha recibido otra carta de Verdú. «Petrel...
Palabra del Dia
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