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Las personas de edad solían ser repertorios vivos de procedimientos ridículos para prevenir y para remediar males y peligros reales e imaginarios.

Contestó Carmen, muy sorprendida: ¿Cómo a buscarme? , acordemos en seguida un medio de que salgas de aquí. Pero, ¿por qué, Salvador? ¿Y todavía me preguntas por qué...? Yo que aquí estás muy mal; que sufres mucho...; que corres graves peligros.... ¿Quién te ha dicho eso?

La admitieron. ¡Tanto pesaba en aquella casa la recomendación de Miquis, que había salvado del croup al niño mayor, y de los peligros de la dentición al más pequeño!

No tenemos espacio para describir aquí aquel país desconocido hasta entonces de los europeos ni para relatar los peligros y trabajos que pasaron y los triunfos que obtuvieron nuestras dos atrevidas viajeras.

Tres noches de peligros, noches solemnes y sombrías, tuvieron á todos los pasajeros en ansiedad, aunque al venir el dia los espíritus se tranquilizaban y el buen humor volvía. La noche multiplica siempre la gravedad de las impresiones, y es el sol con sus eternas alegrías el que hace palpitar el corazon de esperanza y placer.

Que no sea de colegio, contestaria yo. ¿Quiero decir con esto que no pueda haber colegialas virtuosas y cultas? No; la virtud está en todas partes; en todas partes hay mujeres educadas y virtuosas; yo no hablo aquí de la bondad de la mujer, sino de los peligros, de los graves peligros, de un colegio.

Una súbita idea cruzó por mi mente, como sano consejo de prudencia al estrechar la mano de aquella mujer tan animosa y a la cual ponía en tantos peligros: Tengo intención de viajar durante algún tiempo le dije tras breves palabras de gratitud por sus bondades. ¿Qué le parece a usted? Si le parece que eso puede serle útil, hágalo repuso, manifestándose tan sólo un poco sorprendida.

Empeño mi palabra. Si hay que hacer gastos, yo me encargo de ellos. Si se presentan peligros... Son de mi cuenta... Poco á poco, protestó Marenval. No me ha comprendido usted. Los peligros á medias. Quiero arriesgarlo todo con usted, como un hermano. ¡Muy bien! Así será. Se estrecharon la mano y entraron en el círculo por una puerta interior.

No hay que reírse... hay huelgas... revoluciones... y muchas otras calamidades... No sería la primera vez que se viera derrumbarse una importante casa industrial. Las huelgas y las revoluciones parecieron a Huberto peligros bastante problemáticos, lo cual tranquilizó su espíritu.

Para sostener sus injusticias y la servidumbre tradicional, necesitaban del estado de guerra, fingir que vivían entre peligros, quejándose de los gobiernos porque no les protegían bastante.