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El obelisco de Lougsor, cerca del Cairo, que sirvió de ornamento al palacio real de la famosa Tebas.

Creyó entonces Mutileder que Adherbal se había llevado consigo a Echeloría para que fuese ornamento principal de la nave capitana, desde donde había de mandar la flota; y su rabia rayó en tal extremo, que pateó, juró, bufó, blasfemó, y hasta hubo de arrancarse a tirones algunos de los rizos hermosos y rubios que coronaban su cabeza.

Y la ordenanza que se forme de policía para el régimen del mismo pueblo, deberá contener un artículo que demande su reconocimiento y visita anual por el primer magistrado, para refaccionarse si fuere necesario: porque estas columnas si fueren establecidas á distancia de media legua, á los rumbos cardinales en que esté situado el pueblo, deberán ser la mojonera comun, de donde arranquen las mensuras de las chacras ó terrenos de pan llevar, y en el término de estas tambien deberán fijarse otras con las mismas circunstancias y ornamento, para dividir los terrenos de cultivo en todos los ramos de èl, que han de tener apartadamente para crias de toda especie de ganados.

Su cabeza, tan erguida siempre, se doblaba bajo el peso del tedio o la preocupación; su talle flexible, ondulante, se movía sin compás girando a un lado y a otro como el cuerpo de un beodo; arrastraba los ojos por el suelo, aquellos hermosos ojos africanos que eran el más preciado ornamento de la noble ciudad de Lancia, y por su frente pálida cruzaba una arruga bien profunda, signo de pensamiento fijo y doloroso. ¡Cuánto le había atormentado desde hacía dos meses!

Cuidóse, pues, el insigne sevillano de salvar de la destrucción preciados monumentos escultóricos que sirviesen de ornamento á su Palacio, y á Sevilla envió gran número de estátuas antiguas de Roma que le dió el Pontífice Pío V, las cuales, dice Zúñiga, se ven en el patio y jardin de su palacio, con otras muchas insignes antiguallas, entre ellas unas que se afirman ser las estátuas mutiladas de Pasquino y Marfrodio, tan mentadas de Roma, en que nunca faltará su memoria, y el sitio que ocuparon destinado á los libelos y Pasquines, no fáciles de hacer callar, ni al castigo ni al escarmiento.

Desde el día siguiente por la noche, apliqué al ornamento interior y exterior de su querida catedral todos los recursos de mi lápiz. Esta atención á que tan sensible se ha mostrado, ha tomado poco á poco la regularidad de una costumbre. Casi todas las noches, después del whist, me pongo al trabajo, y el ideal monumento se enriquece con una estatua, un púlpito ó una claraboya.