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Mandábanos el Brigadier D. Pedro Grimarest. Los franceses ocupaban la carretera por la dirección de Andújar y tenían su principal punto de apoyo en un espeso olivar situado frente a nuestra derecha; por consiguiente, servía de resguardo a su ala izquierda.

A fin de no dar parte en seguida, sin que nadie extrañase la prolongación de su estancia en aquel lugar, D. Jaime dijo que se quedaba una semana más para ver si compraba el olivar que tenía en tratos. Primera traza de un idilio matrimonial Difícil es tener nada oculto en un pueblo pequeño. Todo se sabe en seguida, aun cuando importe que no se sepa.

Entretanto, todos teníamos fija la vista en el otro extremo de la línea y hacia la carretera, y olvidábamos la espesura del olivar que estaba delante. De pronto, las columnas ocultas entre los árboles salieron y se desplegaron, arrojando un diluvio de balas sobre el frente del ala derecha. Desde entonces, el fuego, corriéndose de un extremo a otro, se hizo general en el frente de ambos ejércitos.

D. Juan Cebrian, natural de Perales, pueblo de la provincia de Teruel; su familia noble es conocida con el título del Condado de Fuenclara: entró religioso mercenario en el convento del Olivar donde profesó solemnemente y cultivó su talento en los estudios literarios, logrando todos los grados del Orden hasta el Magisterio general de la misma electo en Toledo en 1617.

Dirá que se queda para comprar quince aranzadas de olivar, que lindan con las suyas, y para cuya compra está ya en tratos. Lo que me aconsejas es vulgar; perdona mi crudeza de expresión: es feo. Yo no debo dar esperanzas de una cosa de que yo misma no esté segura. Y si estoy ya segura de ello, es artificio ridículo ocultarlo y dar esperanzas, e ir descubriendo poco a poco mi corazón.

Pero ellos, que eran buenos cristianos, se encomendaron a este Señor, y salieron confiando en su amparo. Al emparejar con un olivar, se echaron en cara al ladrón, que les salía al encuentro con su trabuco en la mano. Echóselo al pecho y les apuntó.

El labrador Toribio viene á su casa, y cuenta que ha plantado un olivo; su mujer Águeda calcula, que, dentro de seis ó siete años producirá el árbol de cuatro á cinco celemines de aceitunas, y que con sus productos podrán plantar un olivar; ella, pues, recogerá las aceitunas, su marido las llevará al mercado en un asno, y Mencigüela las venderá. Suscítase una disputa entre ambos cónyuges.