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Actualizado: 12 de junio de 2025


Si no creo, mi incredulidad, mis dudas, mis invectivas, mis sátiras, mi indiferencia, mi orgullo insensato, no destruyen la realidad de los hechos: si existe otro mundo donde se reservan premios al bueno, y castigos al malo, no dejará ciertamente de existir porque á me plazca el negarlo; y ademas esta caprichosa negativa no mejorará el destino que segun las leyes eternas me haya de caber.

Jamás había pensado en Dios, ni para negarlo; no creía ni dejaba de creer en la religión; cumplía con la Iglesia malamente, y eso por máquina.

no sabes añadió volviéndose a Amparo que la señora Porcona es parienta, muy parienta, del señor de las Guinderas, aquel tan rico que tiene dos hijas y vive en el Malecón y viene aquí a veces: y él se empeña en negarlo y en no darle un ochavo; pero ella se lo ha de ir a cantar a las hijas el día que vayan más majas por el paseo. ¿Verdá, señora Porcona?

Y recordando aquel gerundio que tanto efecto había hecho en otra ocasión, resumía diciendo: De todas maneras, eso de vivir bajo el mismo techo que cobija a la viuda infiel de su mejor amigo es... ¡es nauseabundo! Y nadie se atrevía a negarlo. Todos aquellos escrúpulos que tenía la tertulia de los Vegallana, habían atormentado también a la Regenta.

Seguía negando su estado, como si fuese asunto de honor, como pudiera negarlo Marta si se viera en una por el estilo; pero negaba no por convicción, sino por engañarse a misma.

Desde anoche mismo; desde que al pobre don Adrián. La compasión que por él sentí y ¿a qué negarlo? lo que de él aprendí oyéndole, me despejaron mucho los nublados de mi cabeza, y pude así ver y estimar las cosas con mayor serenidad.

No me atrevo a negarlo ni a ponerlo en duda, señor don Alejandro: después de lo que usted me ha dicho, eso es... creo, creo hasta en agüeros... ¡y hasta en las brujas mismas, caray! El caso es, amigo mío, que el daño existe, para mi desgracia. Esa es, mi señor don Alejandro, la que yo lamento: no la mía, que ya no me preocupa.

No, no es grave; la ciencia no puede decir que es grave... ni puede negarlo. Pero hijo, usted no entiende de esto.... ¿Se trata de una hepatitis? puede... tal vez hay gastroenteritis... tal vez... pero hay fenómenos reflejos que engañan.... ¿De modo que no son los nervios? ¿Ni la primavera médica?...

Leíanse los fascinadores párrafos cien y cien veces, arrebatando el periódico a Julieta doña Juana; a doña Juana don Simón, y a don Simón Julieta; y así una hora y dos horas, y toda la mañana y toda la tarde, sin cruzarse una palabra entre los tres individuos de la familia; pero riéndose todos, como idiotas, a cada instante; tal vez pensando en el efecto que estarían causando en el público las noticias, y ¿a qué negarlo?, en el elegante periodista.

Y ¿a qué negarlo, si era la pura verdad y yo, hasta entonces, no me había avergonzado de ella? En éstas y otras, como ya anochecía y andábamos casi a tientas entre los papelotes del despacho, volvimos al salón, precisamente al mismo tiempo que entraba en él el señor de la casa, con un quinqué encendido en la mano.

Palabra del Dia

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