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Actualizado: 13 de mayo de 2025
XXXIX, cap. 6.º Suet., Domit., cap. 7.º Plinio, lib. VII, ep. 24. Macrob., Saturn., lib. II, cap. 7.º Ammianus, lib. XIV, cap. 6.º Vopisc., Carin., cap. 16. Memoires de l'Academie des inscriptions, tomo I, págs. 121 y siguientes. Cassiod., lib. IV, ep. 51; lib. I, ep. 20. Riccoboni, Hist. du theatre italien, tomo I, páginas 21 y siguientes.
Xenoph., Sympos., cap. 1.º, párr. 12, y cap. 4.º, párr. 50. Juven., sát. XIV, versos 301 y siguientes. Quinct., libro X. cap. 7.º, párr. 11. Séneca, epist. 45, etc. Aristophan., Nub., v. 1, 364 y siguientes. Schol., ibid. Xenophonte, Sympos., cap. 9.º Macrob., Saturn., lib. II, cap. 9.º, pág. 359. Plutarch., Syll., párr. 36. Cicer., Philipp., II, párrafos 24 y 27 y siguientes. Tit. Liv., lib.
Segunda parte de la Historia eclesiástica de España por Francisco de Padilla. Málaga, 1605, pág. 188, b. Mariana, Historia general de España, lib. VI, cap. 3.º Masdeu, Historia crítica de España, VIII, 250. Binterim, Denkwürdigkeiten der katholischen Kirche, IV, 3, págs. 88 y siguientes. Conc. Tarrac. d. a. 516, cap. 7.º, pág. 124. Concilio de Braga , cap. 10, Nr. 12, pág. 181.
Los mudéjares vienen de los alárabes y de los agemes africanos y de otras naciones, y son los que se quedaron en España en los lugares rendidos por vasallos de los reyes cristianos, á los cuales, porque servian y hacian guerra contra los otros moros, los llamaron por oprobio mudegelim»... Rebelion y castigo de los moriscos, lib. II, cap.
Ha de hablar con pureza y sin afectacion: y en fin ha de tener presentes las máxîmas que propone ARISTÓTELES en su Poética, y saber poner en práctica los preceptos que han usado los mejores Poetas. Cic. de Orat. lib. Hor. Art.
Todos estos nombres y noticias se han tomado de los Hijos ilustres de Madrid, de Baena, y del Para todos, de Montalbán. Fuster, Biblioteca valenciana. D. Nicolás Antonio. Muchos de los mencionados, como Montemayor, Silvestre y Garci-Sánchez, se llaman sin razón poetas dramáticos. Cascales, Tablas poéticas, lib.
Francisco I, durante su forzosa permanencia en España, exclamó, admirado de la extraordinaria juventud de muchos soldados españoles: ¡Oh bienaventurada España, que pare y cría los hombres armados! L. Marineo, Cosas memorables, lib. Dedicatoria de Pobreza no es vileza, tomo XX.
Navarrete, Vida de Cervantes, pág. 248. Pellicer, Vida de Cervantes, pág. 193. «Esta historia verdadera Que halló su autor en Italia Del Caballero de Illescas.» Dedicatoria de Las Almenas de Toro, parte 14. Dorotea, lib.
II, cap. VIII, y Lib. III, cap. Esto es lo que me propongo hacer en los capítulos siguientes. Segun esto parece que la extension en sí misma, y como distinta de las cosas extensas, no es nada; fingir la extension como un ser cuya naturaleza propia se puede investigar, es entregarse á un juego de imaginacion.
Los árabes, aficionados á simbolizarlo todo, decian que las cuerdas del laud representaban, la primera, que era amarilla, la bilis; la segunda, que era encarnada, la sangre; la tercera, blanca, la linfa; la cuarta, negra, los malos humores. Zaryab añadió una quinta cuerda entre la segunda y la tercera, que correspondia al alma. Véase Al-Makkarí, cap. IV, lib. Véase la nota 2, pág. 98.
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