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La leyenda que en el siglo XV tenía trastornadas las cabezas de grandes y pequeños, de pobres y ricos, era una reminiscencia de la fábula de las Hespérides, un Eldorado, tierra del oro, colocada en las Indias y que se sospechaba ser el paraíso terrenal, subsistente en este mundo de pesares. Sólo faltaba encontrarlo.

Gastamos en este viage año y medio, sin hacer otra cosa que pelear continuamente, y cautivamos 12,000 indios, indias y muchachos, que los forzábamos á que nos sirviesen como esclavos, y yo tenia cincuenta.

Dejome su hacienda, que puesto que hubiese vendido para comprar su primer oficio la primera que sus padres le dejaron, por los grandes provechos que los oidores gozan en las Indias, habíala hecho, y buena: ¿pero qué era su hacienda comparada con la opulenta hacienda mía? ¿ni de qué podía servirme más que de amargura, siendo así que la tenía por su muerte?

La historia de Chile por el padre Ovalle trae algunos naufragios de ellos; y tambien puede ser que algunos españoles con el mucho tiempo, hayan perdido la lengua española, usando la que aprendieron de sus madres indias, con quienes se casaron los primeros. ¿Cuantos hay en el Paraguay, que no saben la lengua española?

En el mismo año, Colón había hecho su primer viaje, descubriendo las Indias; los judíos eran expulsados de la Península, y Nebrija daba á luz la primera gramática castellana. Estos españoles habían salido de la tierra natal meses antes de que su idioma fuese codificado por primera vez.

Fue esto último para como un rayo de luz. ¿No podría yo también asistir a una cátedra de bridge, o tomar, por lo menos, un profesor particular, como Eduardo VII, rey del Reino Unido y emperador de las Indias? ¿Acaso debía considerarme yo algo más importante y solemne que un emperador de las Indias?...

¡Una gran fortuna cuando cumpla los veinticinco años, y nació el día de San Marcos del año de...! veamos: le quedan pocos meses para cumplirlos; ¡ah! ¡ah! ¡diablo! ¡una gran fortuna! no hay como ser hijo secreto de gran señor. ¿Y qué fortuna será ésta? ¡oidor en Indias! ¿quién sabe? ¡secretario del rey! ó lo que es mejor, secretario del secretario de Estado. ¡Ah! ¡diablo! será necesario estar bien con el muchacho; ¡eh! ¡eh! veamos, veamos.

Yo, sobre todo, ¿cómo había de imaginar cosa alguna que igualara á los profundos pensamientos de aquel pozo de ciencia? «Pues verán ustedes prosiguió. Hallándose las cosas como he dicho, de repente... ¡Que novedad! ¡Qué agudísima é inesperada anagnórisis!... Pues es el caso que el muchacho tiene un tío, oidor en Indias.

Los recién casados se embarcan, con arreglo á las órdenes del Gobernador, y se dirigen hacia Portugal, abandonando á las Indias, Don Manuel sin ver siquiera á Doña María, y separando también á esta desdichada de su hijo Dieguito, á quien se lleva consigo en su viaje.

Y como los carpidos de los algodonales y de otros sembrados los habían de hacer las indias, cuando las ocupaban en estos trabajos no les daban tarea de algodón sino a las embarazadas, a las que estaban criando y a otras que tenían legítimo impedimento para salir al campo.