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Otra pieza, sacada también de la historia romana, la Comedia de la libertad de Roma, por Mucio Escévola, incurre, al contrario, en todos los defectos indicados. Los tres primeros actos, llenos de los sucesos más diversos, no tienen relación directa con el que sirve de base á la acción, que comienza verdaderamente en el cuarto, y acaba á toda prisa.

Cuando necesita un edificio lo labra á la antigua usanza, haciendo en sus patios graciosas y esbeltas arcadas sobre bien torneadas columnillas decoradas con capiteles moriscos; y no incurre en plágios insípidos y de mal gusto, ni comete el crímen de copiar la irracional arquitectura de la coronada villa de Madrid .

¡Pobre Cristeta! ¡Qué infame abandono! En grandes errores incurre a veces la Providencia: mientras las personas padecen hambre y sed, las bestias de sabrosa carne pastan libres en las montañas, y los arroyos culebrean inútiles por el llano; mientras tantos hombres permanecían castos por fuerza, aquella mujer estaba sola.

Asimismo procuran inculcar en la mente del vulgo un concepto fantástico de las enormes dificultades de su arte, suponiendo que para vencerlas son menester requisitos muy singulares, por donde, en ocasiones, el escritor o el artista que así quiere señalarse, incurre en pueril pedantería o en charlatanismo a la Dulcamara.

Si no resiste y cede, entonces es menor su delito; pero esa mayor flaqueza de la voluntad, que atenúa su falta si incurre en pecado, tal vez da superior valer a toda acción buena que en sueños se realiza, porque si la voluntad, poco briosa, basta a realizarla soñando, mayor será su virtud cuando al despertar recobre todo su poder y le emplee en darle cima.

Verdad es que varía hasta lo infinito el círculo en que se mueve su personalidad: no sólo nos presenta todas las clases, desde la reina hasta las mujeres más desventuradas por su vida licenciosa, sino todos los tipos posibles, comprendidos en aquellas clases; así no ha vacilado en pintar con enérgicas pinceladas los extravíos en que incurre la mujer, y las intrigas y traiciones á que apela.

Esta fue su única culpa, culpa de hijos ingratos en que incurre la inmensa mayoría del linaje humano, que se olvida de Dios en la felicidad y sólo le recuerda en el llanto, porque cuadra más a su condición egoísta pedir remedios que agradecer bondades. ¡Harto lo conocía ella entonces y harto lo estaba expiando!...