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Al sur y a larga distancia limitan esta llanura arenisca los Colorados, montes de greda petrificada, cuyos cortes regulares asumen las formas más pintorescas y fantásticas; a veces es una muralla lisa con bastiones avanzados, a veces créese ver torreones y castillos almenados en ruinas.

El sitio parecía muy triste en aquella estación, con la greda mojada y barrosa que lo rodeaba y con el agua turbia y rojiza que había alcanzado un alto nivel en la cantera abandonada. Tal fue la primera impresión de Dunstan al acercarse a aquel sitio.

Pero lo que mejor declaraba la limpieza de Encarnación era un estantillo que a mano izquierda de la puerta estaba, y que contenía diversidad de artículos, compañeros infalibles del ramo de cacharrería. En un hueco había flor de malva, en otro cercano violetas secas, más allá greda para limpiar, adormideras, cerillas de cartón.

Hácia las cercanías del Oise y de París se ven extensas canteras de piedra de sillería, caliza en apariencia, pero en su mayor parte de una greda arenosa que se presta mucho á facilitar las inmensas construcciones actuales de París.

De las muchas corrientes de aguas dulces filtradas por las masas de caliza, arena y piedra pomez, elementos que con la greda constituyen el componente del suelo de Guajan, se proveen las necesidades de sus habitantes, los cuales se precaven de las sequías con pozos de estanque, á los cuales se baja por rampas ó escaleras abiertas en la misma materia caliza que forma la base de la isla, según se ve á los pocos golpes de piqueta.

Ya lo había pensado también su paisana la tarde anterior; pero como ignoraba el número de la casa de D. Romualdo en la calle de la Greda, no se determinaron a emprender las averiguaciones. Por la mañana, habiéndose brindado el portero a inquirir el paradero de la extraviada sirviente, se le mandó con el encargo, y a la hora volvió diciendo que en ninguna portería de tal calle daban razón.

Santa Cruz estaba algo aturdido. Oyose la voz de Barbarita, que entraba con su nuera. «Salí de estampía... siguió Villalonga a anunciar a los amigos que había empezado la votación... A los pies de usted, Barbarita... Yo bien, ¿y usted? Aquí estaba contando... Pues decía que eché a correr...». Hacia la calle de la Greda.