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Actualizado: 16 de junio de 2025
Durante las horas apacibles, las mujeres se alternaban contándole, como a un niño, historias resplandecientes, comparables a collares de pedrería y que hacían soñar en países lejanos y venturosos. Las palabras de adiós del musulmán, al dejar, una tarde de septiembre, la casa misteriosa, quedaron grabadas en su recuerdo. El sol se ocultaba.
La historia de la Iñure me sobreexcitó aún más, y exaltó mi imaginación hasta un grado extremo. De noche me figuraba ver a mi tío en su calabozo, lamentándose, desnudo, con las letras grabadas en la espalda, que se destacaban de un modo terrible. Por esta época, y para que se fijara más en mí la memoria de mi tío, se celebró su funeral en Lúzaro.
Yo tendré siempre grabadas en mi memoria las palabras que usted ha pronunciado en defensa mía. Usted es una santa: yo lo diré á todo el mundo. ¡Oh! dijo la devota con la misma plañidera voz: nunca creí que fuera usted tan malo como decían. En la cara conozco yo esas cosas.
Tengo grabadas en la retina, y para siempre lo estarán tal vez, las escenas callejeras que más me impresionaron, los cuadros de la vida que primero descifraron mis ojos y las primeras letras del abecedario social que aprendí a conocer.
En los desvanes de la casa había encontrado él, amarillas por el tiempo, varias cartulinas de visita con el nombre del rico sacerdote: tarjetas grabadas con emblemas, como empezaron a usarse en el siglo XVIII. En el centro de la tarjeta aparecía una cruz leñosa con una espada y una rama de olivo; a ambos lados dos corazas, una con la cruz del Santo Oficio, otra con dragones y cabezas de Medusa.
Vestía rico traje de terciopelo negro y capa corta del mismo color, y usaba calzado de retorcida punta, aunque no tan desmesurada como fué uso llevarla en el siguiente reinado. Ceñíale el cuerpo un cinturón bordado de oro, en cuya ancha hebilla estaban grabadas las armas de los Morel, cinco rosas gules en campo de plata.
En el regidor primero es en quien recae el empleo de alférez real, a cuya casa acude el cabildo a las doce del día, y lo acompañan a la casa de cabildo, en donde le entregan la insignia de alférez real, que es un bastón alto que tiene sobre el puño un escudo de plata del tamaño de una mano, en el que están grabadas las armas reales.
Palabra del Dia
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