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Actualizado: 2 de mayo de 2025
CIPIÓN. Advierte, Berganza, no sea tentación del demonio esa gana de filosofar que dices te ha venido; porque no tiene la murmuración mejor velo para paliar y encubrir su maldad disoluta que darse a entender el murmurador que todo cuanto dice son sentencias de filósofos, y que el decir mal es reprehensión, y el descubrir los defetos ajenos, buen celo.
Moreno se hallaba tan conforme con esta observación, que la hizo extensiva no sólo a los poetas, sino a los grandes filósofos, reformadores, matemáticos, historiadores, y por supuesto a todos los santos y santas que la religión venera. Sócrates, Newton, Rousseau, Corneille, Séneca, Catón, Beethoven, Dante y otros varios, fueron verdaderos orates.
No han faltado filósofos, y entre ellos el ilustre Malebranche, que han negado á las causas segundas toda eficacia, reduciéndolas á meras ocasiones. El autor de la Investigacion de la verdad se adelanta á sostener que la causalidad secundaria no solo no existe, sino que es imposible. Comencemos por la materia.
A las nociones simples pertenecen tambien los predicables. Llaman así los Filósofos ciertas nociones comunes, que pueden adaptarse, segun convenga, á cada uno de los predicamentos: de modo, que el predicamento es la cosa que puede decirse de otra, y el predicable es la clase en que se coloca el predicamento, y encierra la manera con que este se puede mas bien explicar, y entender.
Como el Arte de pensar agradó tanto á los Filósofos, los que despues han escrito Cursos de Filosofía, por la mayor parte no han hecho otra cosa que copiarle, sin otra diferencia que mudar en algunos puntos el orden, algunos exemplos, y los adornos del estilo, erudicion, y otros tales, que cada uno los ha puesto segun su estudio é inteligencia.
Este método trae consigo otra ventaja, y es que no hace á la filosofía extravagante, no hace de los filósofos hombres excepcionales. La filosofía no puede generalizarse hasta el punto de ser una cosa popular; á este se opone la humana naturaleza; pero tampoco tiene necesidad de condenarse á un aislamiento misantrópico, á fuerza de pretensiones extravagantes.
Existen, dicen los filósofos naturalistas, razones fisiológicas que explican y determinan este fenómeno, como todos los demás de la vida. No lo dudo. El hombre se halla enteramente sometido á las fuerzas que obran en el seno de la naturaleza, las cuales, á par que engendran, limitan el desarrollo de los individuos y las razas.
Bonis no se lo explicaba; porque aunque filósofo como él solo, amigo de reflexionar despacio y por sus pasos contados, sobre todos los sucesos de la vida, importáranle o no, era de esos pensadores que tanto abundan, que no hacen más que dar vueltas a ideas conocidas, alambicándolas; pero no descubría, no penetraba en regiones nuevas, y, en suma, en punto a sagacidad para encontrar el por qué de fenómenos naturales o sociológicos, era tan romo como tantos y tantos filósofos célebres que, en resumidas cuentas, no han venido a sonsacarle a la realidad burlona ninguno de sus utilísimos secretos.
Si el estudio se pusiese en alcanzar los principios radicales de las cosas, no habria, aun entre los Filósofos, tanta diversidad de sentimientos. Al que no está bien instruido en los fundamentos, le parece extraña una verdad, que se puede demostrar.
¿En qué se funda la fe en la autoridad humana? las razones filosóficas que se pueden señalar no las conoce el comun de los hombres; mas por esto su fe no deja de ser igualmente viva que la de los filósofos. ¿Cuál es la causa? es que hay una necesidad, y á su lado el instinto para satisfacerla; el hombre necesita creer al hombre, y le cree.
Palabra del Dia
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