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Actualizado: 6 de octubre de 2025


Los defectos, que han puesto tan en ridículo á los trágicos franceses, ofreciendo tan notable contradicción entre las acciones y el carácter é ideas de sus héroes, deslustrando los personajes elevados de las edades heróicas con sus reglas superficiales de pura convención y su ceremonial cortesano, tan falto de gusto, no se encuentran en el teatro español, pues éste trastorna y se apropia todo lo extraño en todas sus relaciones, y hasta en sus causas esenciales; armoniza el fondo y la forma con la mayor perfección, y trasladándolos á lo presente, tan lleno de exuberante poesía, infunde nueva vida en los materiales, que maneja, y les ofrece firme suelo en que asentarse, y cuantos accidentes necesita.

Cervantes prefería el Persiles á todas sus obras: la posteridad piensa muy de otra manera; pero sea cual fuere el juicio, que de ella se forme, no deja de asombrarnos que la escribiera un anciano de sesenta y ocho años, desplegando tan exuberante fantasía, que, como dice Calderón, semejante á Vulcano, ocultaba bajo su capa de nieve ríos de fuego.

Llevaba la dura cabellera dividida en numerosas trenzas, cada una con un lacito en la punta, y procuraba taparse con la enorme redondez de sus brazos una parte del pecho cobrizo, no menos exuberante, puesto al descubierto por el desabrochado corpiño.

Los amantes avanzaban entre los juncos, encorvándose, titubeando antes de dar un paso, temiendo el chasquido de las ramas bajo sus pies. La continua humedad había cubierto la isla de una vegetación exuberante.

Tu cuerpo es otro; te has desenvuelto, te has embarnecido algo, estás hecha una hermosa mujer. Praxíteles te hubiera tomado por modelo. Estas prendas, sin duda, son hoy otras en ti. Cuando nos tratamos en el lugar eras una niña. Yo vi entonces el fresco y tierno capullo; ahora veo la rosa, que ha desplegado todo el lujo exuberante de su aromática corola.

Por eso sin pretender que se considere al moro de Mindanao como individuo de nación civilizada ni mucho menos, y sin que tampoco admitamos que disponga de un Ejército disciplinado capaz de batirse en campo abierto y con arreglo á preceptos tácticos al frente de nuestros soldados, es innegable que su temerario arrojo, auxiliado por un exaltado fanatismo religioso, que le promete vida eterna de voluptuosos placeres, hace y hará empeñada y sangrienta la conquista de aquellas fértiles comarcas, las cuales, con su vegetación exuberante, rodean cual diadema de guirnaldas con flores y valiosos productos fructificados por sus mismas aguas, aquella inexplorada laguna objeto hoy de tantos afanes, y que en épocas pasadas la imprevisión, la falta de sentido político y un mal entendido celo religioso, la entregó, tras humillante abandono, á sus poseedores actuales; gente bárbara, por decadencia, pero nunca salvaje, que con admirable sentido político se asimila la población del país ocupado, creando así la extraordinaria riqueza agrícola de aquella comarca.

Palabra del Dia

reclinándose

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