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Actualizado: 24 de mayo de 2025


Es tal vez una felicidad que nuestras esperanzas no sean matemáticamente exactas y que en nuestro destino tenga tanta influencia la suerte. Además, la vida es breve, el porvenir incierto; si la fortuna ha de venir á nosotros, conviene abrirle el camino para que llegue velozmente; ¿y qué mejor camino que el juego?... Cuando ponemos nuestras esperanzas muy lejos en el tiempo, valen muy poco.

Por esto no se han de arrojar facilmente los Literatos á formar difiniciones, sin que antes tengan bien conocidas las cosas, que quieren difinir, por descripciones exâctas y bien seguras.

Por otra parte, se hace necesario rectificarlas, habiendo penetrado hasta en los diccionarios de conversación y en los manuales de historia de la literatura, á lo menos en lo más esencial, para que, en su lugar, se sustituyan nociones exactas, fundadas en pruebas concluyentes y auténticas.

Bien, me parece bien. Ya se ve; estas ciencias exactas son las que han destruido los placeres de la imaginación: ya no hay poesía. ¿Y qué falta hace la poesía cuando se trata de mover un barco, señor don Timoteo? ¡Oh! cierto... pero la poesía... amigo... ¡oh! aquellos tiempos se acabaron. Esto... ya se ve... estará bien, pero debe usted llevarlo a un físico, a uno de esos...

Las ciencias exactas, las naturales y tambien las morales, no han nacido de la reflexion sobre el yo, sino del conocimiento de los objetos y de sus relaciones.

La historia de las ciencias naturales y exactas nos ofrece abundantes pruebas de esta verdad, ¿Qué cosa mas puramente especulativa y al parecer mas estéril, que las fracciones continuas? y no obstante ellas sirvieron á Huigens para determinar las dimensiones de las ruedas dentadas en la construccion de su autómata planetario.

En los cuerpos físicos la analisis, esto es, la descomposicion de sus partes, á fin de que se vean con claridad, es de mucha importancia para conocerlos, y ayuda mucho á las descripciones exâctas que deben hacerse para difinirlos; de manera que en lo físico debe ir delante la division, sin la qual los entes corporeos nunca se podrán describir bien, y por consiguiente tampoco se podrán difinir.

La metafísica y la aritmética se encargan de la certeza absoluta; el hecho observado responde de la certeza experimental; y como por otra parte, este fenómeno se supone cierto, pues que en caso necesario se prescindiria de la realidad y se atenderia únicamente á la posibilidad, resulta que el tiempo aun empíricamente considerado, puede ser objeto de las ciencias exactas.

No desconozco lo que se ha dicho contra la certeza de las ciencias exactas, ni las dificultades que se ofrecen cuando se las llama al tribunal de la metafísica: en el tomo 1.° del Protestantismo comparado con el Catolicismo, tengo dedicado un capítulo á lo que llamo instinto de fe, y en él me hago cargo de que este instinto ejerce tambien su influencia en las ciencias exactas.

En tal sentido, «planchar» equivale a morir; y no es exagerada la afirmación, pues en realidad muere aquella favorable representación interna que de nuestra propia figura teníamos. De estas premisas exactas, nada cuesta deducir y esto va para los hombres que es un acto criminal dejar «planchar» a una señorita.

Palabra del Dia

condesciende

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