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Actualizado: 21 de noviembre de 2025


Ripamilán iba sin escrúpulo, pero ya se sabía que el Arcipreste era como era; él, De Pas, no debía presenciar aquellas escenas, que sin ser precisamente escandalosas... no eran para vistas por un canónigo formal. No, no había que prodigarse; siempre había sabido mantenerse en el difícil equilibrio de sacerdote sociable sin degenerar en mundano; sabía conservar su buena fama.

Un día se atrevió a hablar de la poesía griega, haciendo el examen de Aristófanes y sus comedias con tanta soltura como si tratara de un contertulio de café. Hasta recitó escenas enteras en griego, sin que nadie le entendiese.

Paco Vegallana había hecho beber al ateo, sin que este lo sintiera, más de lo que la justicia manda. No estaba borracho, pero se sentía mal y a su pesar encontraba cierto deleite en oír aquellas escenas escandalosas que en otra ocasión le hubieran indignado.

El furor autoritario de aquella señora tan devota y rígida de costumbres, al enterarse de que su hijo visitaba la casa azul y era amigo de una extranjera a la que no trataban las personas decentes de la ciudad y de la que sólo hablaban bien los hombres en el Casino cuando se veían libres de la protesta de sus familias. Fueron escenas borrascosísimas.

Verdad es que en sus obras más extensas no escasean escenas burlescas, análogas á las de los pasos; pero también es cierto que generalmente no tienen enlace alguno con la acción principal, y no merecen llamarse elementos esenciales de ella.

Frecuentemente son sólo situaciones en bosquejo, escenas sueltas sin enredo dramático, aunque á veces se observe en ellos interés más concentrado, intriga y complicación en la fábula, en cuanto es posible en tan reducido espacio.

Falta al autor la energía poética indispensable para fijar en sus obras un centro seguro y claro, y trazarlas y completarlas como es debido; conténtase con escribir escenas aisladas y sin estrecho enlace entre , perjudicando á la impresión total que ha de hacer en los espectadores; y si una de ellas excita vivamente nuestro interés, lo desvirtúa la siguiente por su falta de gusto y su extravagancia.

A hacer entretenida y agradable la lectura de El Diablo Cojuelo contribuyen con lo ingenioso de la invención la interesante variedad de las escenas, la soltura y viveza del diálogo, y, especialmente, el chispeante gracejo de Vélez de Guevara. En cambio, la elocución suele ser descuidadilla, entre otras cosas, por la excesiva abundancia de gerundios.

El drama histórico La mayor hazaña de Carlos V, que trata de su abdicación y de su vida y muerte en el monasterio de Yuste, en nada es inferior al ya citado, y comprende escenas, cuya grandeza, cuyo brillo y espléndido colorido, no fueron nunca superados.

Al extremo de la cubierta de paseo jugueteaban tres niños vigilados por una institutriz. Tal vez les pertenecía aquel libro que había hecho pasar á Gillespie cuatro horas de continuos ensueños, inmóvil en un sillón, mientras por el interior de su cráneo desfilaban las escenas de una historia tan interesante como inverosímil.

Palabra del Dia

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