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Con el nombre de fiestas se distinguen las comedias, compuestas para representarse en las solemnidades de la corte. Esta denominación nada tiene que ver con la índole del asunto, y es erróneo, por tanto, el calificarlas de espectáculo mitológico, ó de compararlas con nuestras óperas.

Lo mismo que anteriormente, consideramos como un deber el sincerar al filipino del erróneo concepto en que se le tiene en nuestra patria, distanciando así dos pueblos íntimamente ligados por lazos que pueden llegar á ser indestructibles; también creemos que aquel país se encuentra muy próximo, á la resbaladiza pendiente que vendría á determinar graves conflictos, funestos para la gran patria que veneran todos los buenos españoles.

Tan erróneo es asegurar que el genio no necesita de regla alguna, como que sólo tienen valor las de Aristóteles. Una obra poética puede prescindir de los preceptos observados por los antiguos, y, sin embargo, guardar otros.

La celeridad con que las escribía, raya en lo imposible, aun no dando entero crédito á las exageraciones cometidas sobre este punto. Erróneo es, sin duda, el aserto de Bouterweck, de que en ocasiones escribió comedias en tres ó cuatro horas; pero el mismo Lope nos dice que más de ciento fueron compuestas en veinticuatro horas.

No podía sosegar; tenía ahora más miedo que en los primeros años de casamiento, cuando las corridas eran para ella como pedazos de existencia que le arrancaban la inquietud y la temerosa espera. Le decía el corazón, con ese instinto femenil pocas veces erróneo en sus temores, que iba a ocurrir algo grave. Apenas dormía; pensaba con miedo en las horas de la noche cortadas por sangrientas visiones.

Así se comprende cuán erróneo é inútil sea prescindir de las indicaciones hechas antes, y dividir todas las comedias en las clases mencionadas, arbitrarias y triviales por su origen, y que nada dicen acerca de su índole y forma artística.

Este sistema tan erróneo como extraño, y en que se confunden palabras tan diversas como sensus y consensus, está defendida con aquella elocuente exageracion que caracteriza al eminente escritor; bien que al lado de la elocuencia se echa de menos la profundidad filosófica.

Fichte comienza su obra titulada Doctrina de la ciencia, diciendo que se propone buscar el principio mas absoluto, el principio absolutamente incondicional de todo conocimiento humano. aquí un método erróneo; se comienza por suponer lo que se ignora, la unidad del principio, y ni aun se sospecha que en la basa del conocimiento humano puede haber una verdadera multiplicidad.

Hasta los españoles del siglo XVI, al batallar con media Europa por la unidad religiosa y el exterminio de la herejía, trabajaban por un ideal erróneo, obscuro, pero desinteresado. Todos se movían en la Historia por algo que consideraban generoso y estaba por encima de sus intereses.

A pesar de ello, no considero esta falta gravísima como signo de perversidad del alma. Esta falta y otras como ella, son, en determinadas gentes, obra de ciertas deficiencias, a veces constitutivas, a veces impuestas por la educación; falsas ideas que se adquieren de las cosas, por el modo erróneo de considerarlas.