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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Modo es la proporcionada y recta colocacion de las proposiciones. Estas cosas se enseñan difusamente á los muchachos en las Escuelas, y es lo que en ellas se suele tratar en las Súmulas con mas fundamento. Los antiguos por lo comun fueron mas prolixos de lo que requeria este asunto: los modernos tomando el extremo contrario, como acostumbran, lo miran todo como inutil.
Y en este caso, no serían épicos sólo los poemas que narran, sino también los que enseñan, ya toda una religión, ya toda una moral, ya por medio de reglas o sentencias desligadas y por estilo de refranes, con tal de que se pierda o se exfume la personalidad del poeta, y el contenido sustancial de la obra aparezca como dictado por el pueblo mismo o por un numen que viene a ser la propia conciencia del pueblo, la cual toma ser en la fantasía como persona superior y del cielo.
Y, según a mí me parece, este género de escritura y composición cae debajo de aquel de las fábulas que llaman milesias, que son cuentos disparatados, que atienden solamente a deleitar, y no a enseñar: al contrario de lo que hacen las fábulas apólogas, que deleitan y enseñan juntamente.
Yo bien lo entiendo que aprendo poco, aunque no es por falta de voluntad, pero no me entran en la cabeza tantas cosas como me enseñan. Sin duda la tengo muy dura.
Julián pertenecía a la falange de los pacatos, que tienen la virtud espantadiza, con repulgos de monja y pudores de doncella intacta. No habiéndose descosido jamás de las faldas de su madre sino para asistir a cátedra en el Seminario, sabía de la vida lo que enseñan los libros piadosos. Los demás seminaristas le llamaban San Julián, añadiendo que sólo le faltaba la palomita en la mano.
Los caminantes se diéron priesa á coger el oro, los rubíes y las esmeraldas. ¿Donde estamos? decia Candido: menester es que esten bien educados los infantes de este pais, pues así los enseñan á no hacer caso del oro ni las piedras preciosas. No estaba Cacambo ménos atónito que Candido.
Cuando llegó al capítulo de los que pretendían disputarle su mano, el coronel, el ex-gobernador y el catedrático, se dibujó una sonrisa de lástima en sus labios: habló de ellos con desdén olímpico. «Unos pobres mamarrachos, Miguel; ninguno tiene pizca de mundo ni sabe lo que es sociedad, ni se ha visto jamás en tales trotes: así que sin poderlo remediar enseñan la oreja a cada instante.
25 Pero viniendo uno, les dio esta noticia: He aquí, los varones que echasteis en la cárcel, están en el Templo, y enseñan al pueblo. 26 Entonces fue el capitán con los alguaciles, y los trajo sin violencia; porque temían del pueblo ser apedreados. 27 Y cuando los trajeron, los presentaron en el concilio; y el príncipe de los sacerdotes les preguntó,
No llegaba a mí desde una legua y andaba alrededor con el cucharón, y como yo me estaba quedo, parecían tretas contra olla que se sale. Díjome al fin: -Esto es lo bueno y no las borracherías que enseñan estos bellacos maestros de esgrima, que no saben sino beber.
Dicen que canta, que toca el piano, que lee y sabe muchas cosas de las que enseñan en ese colegio tan rico; que tiene la gracia de Dios para traer chalao a Su Eminencia. A la catedral pasa algunas veces por el arco, hecha una beatita, con hábito y mantilla, acompañada de una criadota fea. No será lo que creéis, muchacho. ¡Anda!
Palabra del Dia
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