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Gastó sumas inmensas en construir palacios y quintas de recreacion, puentes y mezquitas en las principales poblaciones, y en ennoblecer su capital de nuevas maneras, empedrando sus calles y plazas con losas, y llevando á ella desde la vecina sierra abundantes y cristalinas aguas por medio de un largo y fuertísimo acueducto que como gigantesca serpiente ondulaba por aquellas hermosas llanuras atravesando repetidas veces las mismas entrañas de los montes . A tal opulencia y gloria llegó la capital de Andalucía bajo este rey, que escribió de él S. Eulogio: «Córdoba, llamada antes la patricia, y hoy la ciudad real por tener en ella su asiento, le debe el hallarse en la cumbre de la grandeza, de los honores y de la gloria, colmada de riquezas, y convertida en emporio de las delicias del mundo entero hasta un punto inesplicable é increible.» ¿Creereis ahora que el sultan Abde-r-rahman II es una intratable y sanguinaria fiera?

Si no puedes mantenerlas, cásate con una sola ó conténtate con tus esclavasTambien te engañas si te figuras que el renombre y la gloria del marido pueden ennoblecer á la esposa sepultada en vida, y que el velo que ahora cubre mi semblante caerá con los años para otra cosa que para hacer manifiesto el rubor de mis megillas cuando mis hijos sean postergados á los de una advenediza preferida.

Lope, pues, siguió en esta parte á sus predecesores en tales obras; intentó ennoblecer las suyas revistiéndolas de galas poéticas, y derramando en ellas las perlas de su creadora fantasía; no le era lícito alterar su índole, fija ya y establecida con arreglo á la naturaleza del asunto y á las exigencias del público: veíase, pues, obligado, así por acceder á los deseos de los espectadores y por su propia veneración al conjunto y á los detalles de cada leyenda, á entretejer en sus dramas fielmente todos los hechos y las anécdotas de la vida del santo, que había de ser el protagonista de cada uno.

Y junto con todo esto, una corrección hidalga, que le acompañaba hasta en los menores actos de su vida, una rectitud señoril y bondadosa que parecía ennoblecer su rimbombante mediocridad intelectual. Ojeda le había admirado hasta los veinte años, dándole preferencia en sus afectos sobre la madre buena, dulce e insignificante.