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Actualizado: 29 de junio de 2025


La segunda vez que entré en la casa, me la encontré sentada en uno de aquellos peldaños de granito, llorando». ¿A la tía? No, mujer, a la sobrina. La tía le acababa de echar los tiempos, y aún se oían abajo los resoplidos de la fiera... Consolé a la pobre chica con cuatro palabrillas y me senté a su lado en el escalón. ¡Qué poca vergüenza! Empezamos a hablar. No subía ni bajaba nadie.

La vista de las lucecitas diseminadas que brillaban aquí y acullá en la ciudad, produjo un efecto desagradable a la señora Chermidy. Al llegar al término de un viaje, la esperanza que nos había llevado hasta allí con sus alas nos falta, y caemos rudamente sobre la realidad. Lo que nos parecía más seguro queda velado por la duda; no contamos ya con nada y empezamos a esperarlo todo.

Hacía un frío de todos los diablos, pero el cupé de don Benito estaba a la puerta; nos encerramos en él y empezamos a deslizarnos sobre los rieles del tranvía a todo trote.

La desolacion de Goldau y del flanco de la montaña hace el mas rudo contraste con el bello panorama de la hoya y el resto del valle, desde el lago de Zug hasta las márgenes del Muotta. Eran las tres de la tarde cuando empezamos á subir el Rigi, en caravana con otros diez ó doce excursionistas.

Empezamos a tratar la cuestión de convento. Yo quería entrar en las Agustinas de Lancia, pero él me dijo que conocía un convento de Carmelitas en Astudillo que era el que me convenía. Era un convento que no tenía más que diez o doce monjas, muy tranquilo, muy apartado, un verdadero rinconcito del cielo, como él decía. Se ofreció a acompañarme.

«La comedia ahora empezamos; De aquí á dos horas saldremos, Cuando ya estará acabadaLope de Vega, en la época, en que las comedias tenían cuatro jornadas, dice que en cada uno de los tres entreactos se representaba un entremés; pero después no se hizo así, y ordinariamente se representaba uno solo.

A veces formo el propósito de confiarme a él, de hacerle leer lo que escribo. ¿No es lo mismo que le digo de palabra todos los días? Pero, no : tengo vergüenza y miedo. Hay momentos en que hasta me parece que hago mal con escribir estas memorias. Camila Sesgondi me hizo venir la primera vez, en el colegio, esta idea de escribir nuestra vida, pero nunca empezamos.

Si empezamos a hacer disparates y a portarnos como dos intrigantas que se meten donde no las llaman, merecemos que nos tome Ido por tipos de sus novelas. Vámonos ahora a San Ginés, y luego sabremos la opinión del señor de Quevedo. Descuida, que no se nos morirá de hambre».

Cuando empezamos la marcha se fué el Sargento Mayor D. Pascual Martinez, habiéndonos acompañado el Comandante D. Manuel de Pinazo y el capitan D. José Bagué, quienes han quedado en sus respectivos puestos, dejándonos, para que nos acompañen á Buenos Aires, unos cuantos soldados y un cabo. Dia 22.

Debéis, pues, perdonarle; señora, perdón merece quien confiesa su error, y perdonar también á la buena duquesa de Gandía, que es una pobre mujer, cuyo único delito es ser excesivamente afecta al duque... me lisonjeo en creer que empezamos una nueva era... enviaremos un respetable ejército á Flandes contra la Liga, arreglaremos nuestros negocios con Inglaterra, y nos haremos respetar.

Palabra del Dia

irrascible

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