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Actualizado: 15 de junio de 2025


La rabia del señor don José, al conocer la nueva, fué terrible, pero no tuvo otro medio por entonces que acatar lo mandado, terminando así esta cuestión de faldas.... eclesiásticas.

Mas en tiempo de Gregorio XIII le pidieron é instaron les invistiese, y diese todas las iglesias parroquiales de Roma para que allí diese principio su monarquia, y esto que no pudieron conseguir en Roma, han conseguido en Inglaterra, donde últimamente han hecho elegir un arcipreste, jesuita in voto, que en lugar de hacer la proteccion al clero persigue como rabioso lobo todos los sacerdotes que no son dependientes suyos, reduciéndolos á estado de desesperacion, privándoles con graves penas no puedan hablar entre ; con que hoy casi todo el clero inglés es jesuita in voto, ni se recibe ya ninguno en los colegios que no haya dado palabra de ser jesuita: así, cuando aquel reino volviese á la antigua verdadera fe, daria Inglaterra principio á una monarquía jesuítica, porque todas las rentas eclesiásticas, todas las abadias y otras dignidades serán dadas á jesuitas.

Plácido, después de cotorrear un poco con Segunda en la puerta de la casa de esta, bajó a la suya, y en la salita, tapizada de carteles de novenas y otras funciones eclesiásticas, estaba Guillermina, en pie, el rosario y el libro de rezos en la mano.

Leía mucho, y aunque joven, y al parecer ligero, tenía grande afición a los estudios serios; gustaba de las ciencias eclesiásticas, y siempre andaba a vueltas con la Moral y la Teología. Había que escucharle cuando soltaba la sin hueso.

De fuentes eclesiásticas he de tomar los datos que aquí consigno, porque aunque contienen alguna exageración al tratar de su propia obra que, como es natural, defienden, magnifican y alaban, son, al fin, las más útiles para conocer sus propios defectos que entonces resultan verdaderas confesiones.

En más de una ocasión las autoridades eclesiásticas y civiles tuvieron que intervenir en tales procesiones de penitencia, á las que hubo pícaros que acudían con fines no muy santos, aprovechándose de lo encubierto de los rostros, la mezcla de sexos, y las obscuridades de las noches.

El gobierno estaba dispuesto a cuantas economías fuesen prudentes y factibles, sin menoscabo de la dignidad y del país; pero era el gobierno de una nación eminentemente religiosa; favorecida por Dios en todos sus trances, y no tocaría un céntimo de las obligaciones eclesiásticas. ¡Jamás! ¡Jamás! Su voz resonaba con ese triste eco que conmueve las casas vacías. Miró el reloj con angustia.

Al paso que los primeros prelados rivalizaban en celo atacando estos placeres tumultuosos, patrocinaban una diversión, que pronto se hizo igualmente licenciosa, y llegó á ser objeto de las censuras eclesiásticas.

Alborotaba mucho en las horas de recreo; sublevaba las masas escolares en las de estudio, y a pesar de pertenecer a una familia rabiosamente carlina, en la cual había muchos canónigos, frailes y hasta un obispo, sus inclinaciones eclesiásticas no eran muy decididas.

Las calles veíanse continuamente llenas de muchachos que, sucios, andrajosos y hambrientos, crecían abandonados á sus instintos, sin que ni las autoridades eclesiásticas ni las civiles, ni otras corporaciones, se cuidasen de atender á ellos, apesar de que de tan pingües rentas disponían.

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