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La singularidad de que teniendo Plácido estas mañas, no pudieran los dueños de la tienda prescindir de él, se explica por la ciega confianza que inspiraba, pues estando él al cuidado de la tienda y de la caja, ya podían Arnaiz y su familia echarse a dormir. Era su fidelidad tan grande como su humildad, pues ya le podían reñir y decirle cuantas perrerías quisieran, sin que se incomodase.

¡Más alto! ¡Del rey! ¡Del rey! ¡Imposible! ¡de todo punto imposible! el rey no piensa más que en cazar, en dormir y en rezar.

¡Para qué, mi señor don Alejandro? preguntó el farmacéutico relajando todos los músculos de su cara . ¡Para qué?... Para mi sosiego... para dormir, para comer... para vivir; ¡caray! para vivir, mi señor don Alejandro... Para todo eso.

De los indios aprendió Colón, lo mismo que sus compañeros, la manera de dormir en hamacas colgadas que andando el tiempo se dieron á los mareantes .

Tiempo tienes, hijo, tiempo tienes de darte golpes de pecho. Lo primero es la salud». Esta noche que voy a dormir bien anunció D. Manuel con esa esperanza de enfermo que es gozo empapado en melancolía . No tengo sueño aún; pero siento dentro de un cierto presagio de que voy a dormir. Y yo voy a rezar porque descanses. Verás, verás .

Subió Lázaro desesperado, pero al ver á su tío medio dormido en un sillón, no pudo resistir á la influencia letal que en todos sus habitantes ejercía aquella región del fastidio; preparóse también á dormir, y se tendió en su cama.

Mientras tanto respiro a mis anchas y me siento libre de un peso enorme... ¡Qué bien voy a dormir esta noche!... 15 de noviembre. Hacía bien en contar con mi buena estrella para sacarme del mal paso. Todo se ha arreglado con una sencillez asombrosa.

Sepa usted que está rica, y con las seis casas de dormir que tiene, no le baja de cuarenta mil duros lo que ha ganado, señora, y todo ello lo ha puesto en el Banco, y vive del interés. ¡Qué cosas se ven!

Al poco tiempo de llegar Ángela, su amiga apenas salía de casa sino para dormir; ni al paseo, ni al teatro, ni a misa siquiera dejaban de salir juntas.

Así que los más días, sus padres del caballerito, viendo cuánto le regocijaba mi compañía, rogaban a los míos que me dejasen con él a comer y cenar y aun a dormir los más días.