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Actualizado: 5 de mayo de 2025


Luego una sensacion visual sola con respecto á un solo objeto, no bastaria para discernir si lo que se mueve es el objeto ó el ojo. Pero añadamos la vision simultánea de otros objetos, y no será difícil descubrir cómo este discernimiento se engendra.

Claro que no era infalible, pero su valor y aplomo en lanzarse en honduras por las que no habrían osado bogar los tímidos nadadores que la rodeaban, suplían los errores del discernimiento.

Es mucho el tiempo que se ahorra en habiendo adquirido este precioso discernimiento: pues en ofréciendose el caso, como que se adivina desde luego si hay ó no los datos suficientes para llegar á un resultado satisfactorio.

Si es, como imagino, juramento promisorio, requeríais «juicio de discusión», como lo apellida Santo Tomás; es, a saber: el claro discernimiento de lo que hacíais; y éste os faltó, puesto que estabais queriendo tomar a Dios como cómplice de un delito contra su Iglesia.

El discernimiento sólo se alcanza con los años. Y aun es problemático, pues según un ironista francés «la mujer sólo se equivoca cuando reflexiona». La frase, aguda y ligera, no convencerá a ninguna de mis lectoras. Podríamos devolverla al ironista diciendo: «los hombres sólo aciertan cuando se enloquecen».

Lo que me parece mal es el remedo servil, y es también que el remedo sea por moda, movido el que imita por admiración ciega y sin elegir los buenos modelos con discernimiento juicioso. De todos modos, es absurdo aspirar a una originalidad tan completa que no se parezca, por ejemplo, ni recuerde en nada una novela española a las que ya en el mismo género se han escrito en otras naciones.

Estoy hecha una ruina..., vivo de milagro, no hay que darle vueltas... Dejémoslo aquí por hoy; y ahora, recógete... y medita; pero con serenidad, con todo tu discernimiento. Pésalo y mídelo todo bien... y ya verás cómo, al fin y al cabo, vamos a estar de acuerdo.

Por primera vez Argensola aprobó con los ojos y el gesto las palabras de Hartrott. Exacto lo que decía: el mundo era víctima de la «superstición alemana». Una cobardía intelectual, el miedo al fuerte, hacía admirar todo lo de procedencia germánica, sin discernimiento alguno, en bloque, por la intensidad del brillo: el oro revuelto con el talco.

Florentina estaba absorta, paralizada, muda, afligidísima, como el que ve desvanecerse la más risueña ilusión de su vida. No sabía qué pensar de aquel suceso, ni su bondad inmensa, que incapacitaba frecuentemente su discernimiento, podía explicárselo.

El oculista nos cuenta que el niño no podia distinguir los objetos por mas diferentes que fueran en forma y tamaño; y sin embargo añade que encontraba mas agradables los que eran mas regulares; luego los distinguía; sin este discernimiento, la sensacion no podia ser mas ni menos grata.

Palabra del Dia

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