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Actualizado: 29 de junio de 2025


Ya se ha pensado en muchos sitios en construir hospicios para esos desventurados: nada falta en esos edificios nuevos.

Los tormentos de estos seres desventurados destrozarían el corazón más empedernido; pero los aficionados no tienen ojos, ni atención, ni sentimientos, sino para el toro. Están sometidos a una verdadera fascinación; y esta se comunica a muchos de los extranjeros más preocupados contra España y en particular contra esta feroz diversión. Además, es preciso confesarlo y lo confesaremos con dolor.

Retiróse el ventero a su aposento, el arriero a sus enjalmas, la moza a su rancho; solos los desventurados don Quijote y Sancho no se pudieron mover de donde estaban.

Si hay en su existencia días vergonzosos, y no diré tanto como vergonzosos, días borrascosos, días desventurados, ha sido por ley de la necesidad y de la pobreza, no por vicio... Los hombres, los señoritos, esa raza de Caín, corrompida y miserable, tienen la culpa... Lo digo y lo repito. La responsabilidad de que tanta mujer se pierda recae sobre el hombre.

Corrían los desventurados pálidos los rostros y los ojos sin lágrimas, porque para los grandes dolores no existe el consuelo de ellas, buscando en los ojos de los demás una respuesta que nadie podía darles, y el contristado espectador se agregaba á ellos y los seguía como si el mismo infortunio le empujara.

Echaron al agua la chalupa, fueron en busca de aquellos dos hombres, los trajeron y se los presentaron al capitán que, maravillado y compasivo, contemplaba los desencajados rostros, la palidez enfermiza y el aspecto abatido y miserable de sus huéspedes imprevistos. ¿Quiénes sois, desventurados? les preguntó Morsamor.

La propia madre de Juanita, aunque había tenido en su mocedad lo que llaman en aquellos lugares un tropiezo, estaba-ya purificada por la vida ejemplar que había hecho después y por el honroso trabajo con que había logrado sustentarse y criar y conservar el fruto de sus desventurados amores. Todo esto y más podía valer como respuesta a las observaciones de doña Inés.

Piensan estos desventurados que en Berbería está el gusto de sus cuerpos y la salvación de sus almas, sin advertir que, de muchos pueblos que allá se han pasado casi enteros, ninguno hay que otras nuevas sino de arrepentimiento, el cual les viene juntamente con las quejas de su daño.

Ninguno de los dos ha visto ni verá nunca el rinconcillo de tierra que está en litigio; ni ménos casi ninguno de los animales que recíprocamente se asesinan ha visto tampoco al animal por quien asesina. ¡Desventurados! exclamó indignado el Sirio: ¿cómo es posible imaginar tan furioso frenesí?

Razones semejantes á estas decian los desventurados hebreos cuando eran perseguidos por aquellos malos cristianos.

Palabra del Dia

rigoleto

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