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Actualizado: 1 de julio de 2025
Tiene la ignorancia del que no experimenta la realidad de la vida humana, el deseo aturdido y desordenado del que desea experimentar, y la malicia peligrosísima del que anhela una dicha que ignora. Al salir del colegio se figura la colegiala que viene al mundo, se figura que acaba de nacer; y aún á despecho suyo, tiene la volubilidad, los antojos y el ánsia de un niño.
La hermosa odalisca de Salabert, aunque de inteligencia limitadísima, había tenido tiempo a reflexionar que su presencia en el baile podría acarrear un conflicto. Pero su antojo era tan vivo y desordenado, que de ningún modo quiso dejar de satisfacerlo, de lucir su costoso vestido de reina de Escocia.
El estudio desordenado y ansioso sólo servía para anular su voluntad. Pasaba la existencia enterándose de lo que miles de seres pensaron a través de los siglos, y cuando las necesidades de la vida le impulsaban a la acción, encontrábase desarmado, sin fuerzas para seguir su camino.
El hombre que usa de la razon no hace caso de estos aparentes bienes, y dexa de juntar la nocion del bien con semejantes objetos; antes algunas veces junta la nocion del mal, la de lo aparente, la de lo engañoso, la de lo falso, y de este modo aparta de la voluntad el amor desordenado de las cosas bellas sensibles.
Al principio, la temperatura en el gabinete era bastante baja; pero no tardaba la atmósfera en caldearse. Como la habitación era mucho más reducida que el salón general, cuanto pasaba en ella parecía más extraño y más desordenado. Se bebía, se reía, hablaban todos a la vez, no oyendo sino sus propias palabras; se cambiaban declaraciones de amor, abrazos y, a veces, bofetadas.
Las coplas, decimas, sonetos, y otras superfluidades, que vemos al principio de algunos libros, significan dos cosas, es á saber, que hay grande abundancia de malos Poetas, y que el Autor gusta que los ignorantes le alaben, lo qual es efecto de desordenado amor propio. Las aprobaciones comunes son indicio del amor propio de los Escritores, y de sus Aprobantes.
Su buen juicio literario es tan escaso como su inspiración; al contrario, parece que su carácter era raro y excéntrico; desprecia todo aquello que dicta el sentido común en la invención y desarrollo de las comedias, y que pudiera enaltecerlas; prefiere lo desordenado y lo monstruoso; se burla de las leyes del arte y del gusto, y hace llover en la escena extravagancias y singularidades de toda especie .
El pasillo de entrada lleno de muebles, baúles y cajas, todo desordenado, indicaba lo reciente de la mudanza. ¿Dónde está? ¿dónde está? preguntó don Luis.
Palabra del Dia
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