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Actualizado: 27 de junio de 2025
No abandonaba ni un punto su arriesgado puesto de combate enfrente de las baterías de Satanás, y exponía su noble pecho a las burlas, a las injurias, a la mala interpretación, con tal de defender el baluarte de Cristo en que asentaba su planta, y no dejarse quitar un palmo de terreno, sino antes bien ganar al pecado palmos, varas y leguas. La Pimentosa se turbó al verle entrar.
No obstante, cuando sonó un golpe a la puerta y se dijo que el socio de Tennessee estaba allí para defender al prisionero, fue admitido en seguida sin el menor interrogatorio; acaso los miembros más jóvenes del jurado, para quienes los sucesos se prestaban a graves reflexiones, lo saludaban como un poderoso auxilio.
Partió alegre la gente con el refresco, y en pocos dias la armada arribó á Constantinopla, por el mes de Enero indicion segunda, segun Pachimerio, con universal regocijo de la ciudad viendo las armas que les habian de amparar, y defender. Andronico, y Miguel Emperadores, y toda la nobleza Griega, con mucho amor y muestras de sumo agradecimiento les recibieron, y honraron.
Es esta bahia muy grande, por lo cual en el medio es muy desabrigada; mas en la banda del sur, cerca de tierra, pueden las naves abrigarse de los vientos sud-oeste, sur, sud-este, aunque en tal caso estarán expuestas á los nortes, y nord-estes, de los cuales se pudieran defender en la banda del norte, quedando expuestas á los demas vientos.
Un francés y un inglés, Gobineau y Chamberlain, les han dado los argumentos para defender la superioridad de su raza. Con cascote sobrante de Darwin y de Spencer, su anciano Haeckel ha fabricado el «monismo», doctrina que, aplicada á la política, consagra científicamente el orgullo alemán y reconoce su derecho á dominar al mundo, por ser el más fuerte.
Del hijo, que no se le hablara: era un trastuelo, un hereje, que tenía que acabar mal si no cambiaba de ideas, como se lo tenía él bien advertido... Se creía que bajaría muy poca gente por la tarde a ver el vapor que había entrado; porque los espíritus estaban muy soliviantados, y se aguardaba en el Casino un lleno después de comer, y quizá algún disgusto entre los chicos colaboradores, que ardían, y cualquiera que tuviera la mala ocurrencia de «tomarles el pelo» o defender al fugitivo.
Pero ¿cómo defender un lugar tan mal guarnecido contra un ejército tan formidable como el del rey de Granada, que le combatia con mas de cien mil lanceros, ballesteros y honderos, multitud de picos y azadones y toda clase de máquinas de guerra?
Esta vida azarosa, de continuo peligro e interminable lucha, había creado una población habituada al derramamiento de sangre, a defender sus derechos con las armas en la mano. Los labradores y pescadores del presente, encerrados en su isla, tenían aún la misma mentalidad y costumbres de sus abuelos. Los pueblos no existían.
¡Robar! mugió Tocino. ¡Robar! ¡Siempre está usted con lo mismo! Tanto oye usted á los trabajadores, en su manía de mimarlos cuando se los llevan al hospital, que acaba por creer todas sus mentiras. Aquí á nadie se roba. Aquí lo único que se hace es defender lo que es de uno.
Margarita, la viuda, quedóse sola, admirando en silencio el brío de su joven marido y su exaltado fervor político para defender, si no las ideas, unos cuantos electores con unas cuantas papeletas más o menos limpias. Con razón dice mi esposo que el sufragio universal cuesta más de lo que vale. Margarita lloró mucho. Pero, al fin, todo tiene fin, hasta las lágrimas.
Palabra del Dia
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