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Actualizado: 4 de julio de 2025


El P. Juan Francisco de San Antonio, dice en efecto en su crónica tomo I; pag. 144, que: «Su modo de escribir propio era, formando de alto abajo las líneas empezándolas en la mano izquierda, y prosiguiendolas hasta la derecha». M. Le Gentil repite esto mismo, pero se equivocó de Mas al atribuir la misma opinion

Un interesante estudio histórico publicado por don Félix Cipriano Zegarra en la Revista Peruana, en 1879, nos ha convencido de que la virreina que estuvo en Lima se llamó doña Francisca Henríquez de Ribera. CRÓNICA DE LA

No fuimos nosotras, seguramente; pero la historia salió en un diario con la cifra, y en el acto dos jóvenes reporters acudieron a hacer sufrir un interrogatorio sobre su pasado a M. Scott, pues querían escribir sobre nosotros una crónica en sus diarios. M. Scott es a veces algo vivo, y ese día lo fue bastante, despidiendo bruscamente a esos señores sin decirles nada.

Por otra parte, rara vez es suficiente por sola para curar una afeccion, porque corresponde á la recrudescencia de una dolencia crónica, al eretismo, á la nerviosidad, á la fluxion, pero no puede abrazar en su esfera de accion los diversos elementos de una enfermedad aguda fija y de alguna duracion.

Se fue con su indignación crónica y su incurable soberbia, siempre enfermo, gruñón siempre. A nadie dio cuenta de sus planes, y parecía detestar a sus comilitones políticos lo mismo que a sus enemigos. No quería tratos con nadie, ni con su hermano, a quien no podía amar aunque lo intentase, ni con su mujer, a quien aborrecía de la manera extraña que se aborrece lo amado.

El otro hijo fué don Gonzalo, obispo de Palencia, prelado de muchas letras i erudicion. El tercero fué Alvar García de Santa María que refieren haber escrito la crónica deste rei don Enrique, la cual basta agora yo no la he visto, i parte de la crónica de su hijo el rei don Juan el segundo.

Convengamos en que el defecto era humano y no grave. Pero ved aquí cómo dos pasiones contrarias, la cólera crónica de mi tía y la ternura amorosa de mi tío, habían llegado poco a poco a constituir en él una segunda persona, en la que se habían transformado todos los rasgos primitivos de su carácter.

Mi tía Medea era gran parroquiana de lo de don Narciso y tenía esa inclinación garrulera, común en ciertas señoras, de departir con el tendero todas las novedades de la crónica del día.

Espuestas ya las noticias anteriores, tomadas en parte de la Crónica general de España, obra en la que aparece un trabajo sobre la provincia de Teruel, firmado por el malogrado jóven D. Pedro Pruneda; vamos a dar otras sueltas que comprenden épocas distintas de la historia que nos ocupa, aunque sea a trueque de faltar a una relación ordenada.

En cuanto a los descendientes de los hermanos Salcedo, alcanzaron bajo el reinado de Felipe V la rehabilitación de su nombre y el título de marqués de Villarrica para el jefe de la familia. CRÓNICA DE LA

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