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Actualizado: 20 de mayo de 2025


En los combates de San Juan quedaron las calles sembradas de esos doctores cordobeses, a quienes barrían los cañones que intentaban arrebatar al enemigo.

Pero ¿cómo es que ni el alcázar nuevo, hoy cárcel, que sirvió de residencia al terrible Tribunal del Santo Oficio, ni el campillo del rey saturado de sangre de mártires mozárabes, han hallado á los ojos de los cordobeses gracia suficiente para eximirse de la dura ley del abandono?

Muchos que escaparon de Córdoba con vida fueron á darla por Jesucristo algunos años despues en los dominios de los reyes cristianos, á manos de los mismos muzlimes cordobeses.

, Encarnación: todo lo haría este mozo si se empeñaba... Era extraordinario. ¡Ni el propio Roger de Flor! Por la noche, en las tabernas de los barrios populares y los cafés, sólo se habló de Gallardo. El torero del porvenir. Ha quedao como las propias rosas... Ese chico va a quitar los moños a todos los califas cordobeses.

Modelo despues del arte africano en la peregrina decoracion de algunas de sus cámaras , fué la escuela matriz donde aprendieron aquella elegante y voluptuosa ornamentacion morisca que finge arcos de cintas rizadas, paredes de encajes y flores, frisos de estalactitas y armaduras de caprichosos lazos, los discípulos de los mudéjares cordobeses, que mas tarde construyeron sobre columnas sutiles como el pensamiento alcázares para los reyes moros de Sevilla y Granada y para los reyes y magnates semi-renegados de Castilla.

El gentío presentaba igual aspecto en todas las calles, como si la ciudad entera se hubiese vestido con arreglo al mismo patrón. Sombreros cordobeses de blanco fieltro o marineras de paja, cazadoras de color claro, corbatas rojas, y en todas las bocas un cigarro de a palmo. La Bajada de San Francisco era un torrente por el que rodaban sin cesar las oleadas de gentío.

A la izquierda del Guadajoz, entre este rio y el Genil, tenemos el gran teatro de muchas proezas consumadas en la secular contienda de España contra el islamismo y en sus deplorables guerras civiles, y los señoríos de los mas ilustres guerreros cordobeses.

Si, señores, ¡vivan las Juntas! exclamó uno, levantándose . Yo me de memoria aquel papel que echó a la calle la de Córdoba, diciendo... Óiganme: «¡Cordobeses: los reinos de Andalucía se ven acometidos por los asesinos del Norte; vuestra patria va a ser oprimida bajo el yugo de un tirano; vosotros mismos seréis arrancados de vuestros hogares y de vuestras casas.

Pero antes de presenciar el gran delito que se prepara, cúmplenos observar, aunque sea de ligero, esas singulares ceremonias de que hemos hecho mérito, para comprender mejor el sangriento escándalo, la alarma y el enojo, que los dos osados cristianos debieron producir en los musulmanes cordobeses y su gobierno.

No sólo las leyendas, sino también los hechos históricos, que tienen la hermosura de las leyendas, están repetidas varias veces. No es Hernán Cortés el único, por ejemplo, que echa a pique las naves. Lo mismo habían hecho antes Agatocles en Africa, los muladíes cordobeses en Creta, y los aragoneses y catalanes en Galípoli.

Palabra del Dia

bagani

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