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1135 Y ya que nos conocemos, basta de conversación; para encontrar la ocasión no tienen que darse priesa; ya conozco yo que empieza otra clase de junción. 1136 Yo no lo que vendrá; tampoco soy adivino; pero firme en mi camino hasta el fin he de seguir: todos tienen que cumplir con la ley de su destino.

Los que admitimos esta substancialidad, no pretendemos que el alma pueda ser dada en intuicion sensible, ni tampoco que podamos expresar en una definicion exacta sus propiedades íntimas, prescindiendo de los fenómenos que en ella experimentamos; lo que decimos es que conocemos su existencia real, y su permanencia, é identidad numérica, entre la sucesion y la diversidad de los fenómenos; luego desde el momento que se confiesa que hay en nuestro interior algo real, permanente, numéricamente idéntico en medio de la diversidad, se confiesa la substancialidad del alma que nosotros defendemos.

Lo producido en los años económicos de 1873 á 74, y de 1874 á 75 no lo conocemos, si bien ha de haber aumentado considerablemente, si se tiene en cuenta que solo en el año 1875 se concedieron 61 licencias, es decir, 27 más que el año 1872. Si riqueza hay en los montes, no la hay menos en sus dilatados manchones de vegas y cañadas.

Siempre llega tarde, y como de mala gana. ¡Oh!, yo le conozco bien las mañas: me le de memoria. Nada, que quiere echarme al agua otra vez, lo veo, lo estoy viendo. Hoy se lo dije claro, y no me contestó nada. Entonces tenemos a la mona del Cielo de enhorabuena. ¡Ah!, no... Me parece que ahora la veleta marca para otro lado. Me está faltando con alguna que ni su mujer ni yo conocemos.

Hay pocas observaciones relativas al teatro español, y éstas no son de la índole odiosa y repulsiva que ya conocemos por las obras de Cascales y Figueroa; el autor desea para el drama de su nación forma más regular y más fija; pero á pesar de esto lo califica de un modo tan favorable, que asegura que el teatro español es muy superior al de los antiguos.

Preceptos más sensatos acerca de la composición y del estilo del drama, expone á un poeta cómico Bartolomé de Argensola, hermano de Lupercio Leonardo, á quien ya conocemos; pero sus reglas son, en parte, de esa naturaleza profunda que nos enseña que un cuerpo humano no puede tener cabeza de caballo.

Pero cuando estaba en lo más ardiente de su acusación fiscal, entró la dueña cojitranqueando, y dijo: Todo el mundo al cuarto de la señora. El mundo todo aquel á que se refería la dueña, eran un rodrigón que ya conocemos, dos doncellas, dos escuderos, dos criados y un paje. Todo el mundo entró con cuatro palmos de curiosidad en el aposento de la joven.

Y hablo así, porque no avisaremos á nadie nuestra llegada; que, de lo contrario, bien podríamos asegurar que allí tenemos al padre alcalde, y no sólo al padre, sino al abuelo y al bisabuelo....., dado que conocemos en Salamanca al Sr.

Pero estas prohibiciones eclesiásticas tan repetidas nos hacen pensar, que, según parece probable, no todas las representaciones religiosas fueron tan sencillas é inocentes como los autos impresos que conocemos, pues á ser esto cierto, no hubiesen excitado ese celo contra ellas.

Conocemos si el testigo ha sido engañado ó no atendiendo á los medios de que ha podido disponer para alcanzar la verdad: y en estos medios comprendo tambien su capacidad y demas cualidades personales que le hacen mas ó ménos apto para el efecto.