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Actualizado: 21 de junio de 2025
Condillac animando progresivamente su estatua y haciendo dimanar de una sensacion todo el caudal de los conocimientos humanos, se parece á aquellos sacerdotes que se ocultaban dentro de la estatua del ídolo y desde allí emitian sus oráculos. No es la estatua que se va animando lo que piensa y habla, es Condillac que está dentro.
A ver qué os parece esto de la Constitución dijo sentándose, mientras se formaba corrillo en torno suyo . Ya sabéis que el asno hilvanador del <i>Diccionario manual</i> decía que la Constitución será <i>una taracea de párrafos de Condillac cosidos con hilo gordo...</i> Pero mirad antes cómo defino el <i>Cristianismo</i>. Digo así: «Amor ardiente a las rentas, honores y mandos de la Iglesia de Cristo.
Esta es una contradiccion que ya se ha hecho palpable mas arriba; ¿de dónde esa carencia de límites? si en un campo visual de cien varas de superficie blanca, se suponen varias figuras de diferentes colores, verde, encarnado, la vista percibirá los límites de aquellas figuras, como es evidente; ¿dónde pues ha descubierto Condillac esa ilimitacion de que nos habla?
Ahora bien: ¿hubiera tenido Condillac ningun escrúpulo sensualista, en admitir la síntesis de la imaginacion, las relaciones de todas las intuiciones sensibles á la unidad de la apercepcion, y por fin la variedad de funciones lógicas para clasificar y comparar las intuiciones sensibles?
Y esta conciencia la tomaba él como punto de apoyo, sobre el cual y con toda certeza, pudiera levantar de nuevo el edificio de las ciencias, Locke y Condillac no han hecho otra cosa: han seguido un camino muy diferente del de Descartes: pero el punto de partida ha sido el mismo.
Para dar una idea de las opiniones de Condillac y combatirlas con buen resultado, al mismo tiempo que con cumplida lealtad, examinaré brevemente los fundamentos de la obra en que mas se complace el autor, lisonjeándose de haber dado á su doctrina el mayor grado de claridad y certeza: el Tratado de las sensaciones.
Aquí ya nos hallamos no con un simple hecho, sino con una cuestion que cada filósofo resuelve á su manera: Descartes y Malebranche recurren á la veracidad de Dios; Locke y Condillac se atienen al desarrollo y carácter peculiar de algunas sensaciones.
Lo que admira no es el sistema de Condillac, sino la candidez de su autor: y todavía mas el que siquiera por breve tiempo, haya podido tener numerosos secuaces un sistema tan superficial y tan pobre.
Condillac, tan enemigo de hipótesis y sistemas, es eminentemente hipotético y sistemático. Concibe el orígen y la naturaleza de las ideas á su modo; y á este modo de concebirlas quiere que todo se adapte.
Si Condillac se hubiese limitado á sostener que esas facultades para desenvolverse, han menester el sentir como una especie de excitacion, nada hubiera dicho que no fuera muy conforme á la sana filosofía; pero pretender que todo lo excitado, que todo lo desenvuelto, no es mas que el mismo principio excitante, y esto empeñarse en confirmarlo con la observacion, es contrariar abiertamente la observacion misma, es condenarse á no poder dar un paso en la explicacion de la actividad intelectual, so pena de apartarse del supuesto en que se estriba.
Palabra del Dia
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