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Actualizado: 12 de junio de 2025


Los que con más ahínco clavaban el diente y más satisfechos corrían de un lado a otro comentando la noticia, eran los ellos y las ellas que la tarde antes honraban a Currita en la Castellana como a una reina y se aprestaban a honrarla del mismo modo aquella noche en el baile del marqués de Butrón; que no parece sino que en ciertas sociedades quita la envidia con una mano lo que la adulación da con la otra, sin comprender que mientras más al desnudo deja la deformidad del ídolo que adora, más indecoroso y repugnante aparece el culto que le tributa.

Estaba á la espera de un cargamento valiosísimo. Cuanto más aguardasen, más dinero iban á ganar... Pero sus palabras no convencían á Tòni. Recordaba las protestas de su capitán, quince días antes, por la falta de buena carga en Nápoles y su deseo de salir sin pérdida de tiempo. Al volver á bordo, el segundo buscaba á Caragòl, comentando ambos las transformaciones de su jefe.

Cuando yo le encontraba en el claustro con su túnica roja, la larga coleta y sus venerables barbas, agitando dulcemente un enorme abanico, me parecía algún sabio letrado Mandarín comentando mentalmente, en la paz de un templo, el Libro sacro de Chú. Era un santo; mas olía a ajo, y este olor apartaba de él a las almas más doloridas y necesitadas de consuelo.

Además, la duda le hizo temblar interiormente. ¿Sabría valerse de esta arma primitiva?... Recordaba las risas de Flor de Río Negro comentando su torpeza; pero al evocar igualmente los alegres paseos con ella y verla ahora en tan angustioso peligro, sintió renacer su dura voluntad.

Los dos enfermos quedaron en sus camas, comentando la energía física de Melchor, mientras Baldomero se disponía a aplicarles los remedios de circunstancias, estimulándoles también a levantarse y hacer un poco de ejercicio. ¡Pero no a caballo! contestaban.

El arquero saludó y se dirigió apresuradamente á proa. Sir Oliver no tardó en reunirse á su amigo y ambos caballeros empezaron á pasear sobre cubierta, observando y comentando la vista de la ciudad. Vestía el barón un traje de terciopelo negro, con gorra redonda de igual material y color, y sujeto á ésta el guante de la baronesa, cubierto en parte por rizada pluma blanca. Con la modestia aparente del rico pero obscuro traje contrastaban los brillantes arreos de Sir Oliver, vestido á la última moda, con justillo, calzón y capa corta de terciopelo verde, acuchilladas de rojo las mangas y con birrete rojo también y de gran tamaño. Las puntas de su calzado, encorvadas

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