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Aunque movido Morsamor de sentimientos contrarios, coincidía con el gobernador en hallar difícil y enojosa su posición en Goa, ansiando salir de allí en busca de aventuras, con toda independencia de Portugal y campando por su respeto.

El director contestó que llegarían a la noche. «Perfectamente; se dijo, si la música no va a recibirle, al menos no se quedará sin serenata. ¡Y que rabien esos miserablesLa llegada del duque de Tornos coincidía, como hemos visto, con la romería de San Antonio.

Ya lo verás, mamá, ya lo verás. Por ahora sólo quiero que estén bien guardadas en mi armario, ¡muy bien guardadas! Se pasaron así los días que faltaban y llegó la noche del 4 de julio, las ansiadas vísperas. Lita contó las marcas que había señalado en la baranda de su cama. Eran treinta justas, y su cuenta coincidía con la de Ramón. Besó a su papá, a su mamá, a sus hermanitos y hasta a miss Mary.

Las Aliaga volvieron a la ciudad y al cabo de un año Carmen aceptó a José Luis Aguirre, aun cuando la persona de éste no coincidía con su secreto ideal... Pero al fin, menos apasionada que la pobre Laura, más resignada a la realidad del mundo y enseñada, además, por la verdad que parecían realmente encerrar los extraños temores y presentimientos de Zoraida, había cesado de cifrar esperanzas en el peligroso amor.

Morsamor, que coincidía por lo común con las opiniones de su joven amigo y se complacía en aceptar su parecer y su consejo, estaba en aquella ocasión tan poseído del parecer contrario y tan lleno de la fe y de la esperanza de contribuir a la demostración de su verdad, que encarándose con Tiburcio, exclamó con enojo: Sin duda tendrías razón si por lo material aspirase el hombre al principado y si su valer se midiese por varas o se pesase por arrobas.

En efecto, el pequeño trozo de cerdo era un regalo de la excelente dueña de casa, la señorita Priscila Lammeter, a quien había ido a llevar aquella tarde una linda pieza de hilo, y era sólo en tales circunstancias que Marner se permitía comer carne asada. La cena era su comida favorita, porque coincidía con la hora deliciosa para él en que le alegraba su contemplado tesoro.

Apenas se vieron ellos y apenas se hablaron tres o cuatro veces: lo bastante para reconocer que no había motivo para que ellos se repugnasen el uno al otro, sino que, por el contrario, el mutuo agrado, la satisfacción vanidosa de tener por consorte a una persona de gentil presencia y el pleno convencimiento de la inmaculada reputación de esta persona, todo coincidía con la conveniencia de intereses y de miras que había en el proyectado casamiento, en cuyos conciertos intervino más que nadie el padre Atanasio.