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El empleo de brigadier, el título de ciudadano de la Union, y además el mando en jefe de la division, de Cúcuta, fueron las recompensas otorgadas á Bolívar por tan señalado triunfo. Unida su fuerza á la que trajo el coronel Manuel Castillo, jefe militar de Pamplona, ascendia ya á unos 1.200 hombres bien municionados y armados.

Pues lo explicaré mejor con un ejemplo replicó Neluco . Figúrese usted que, según declaran las leyes fundamentales del Estado, todo ciudadano tiene la facultad de evitar la comisión de un delito, siempre que pueda, y presuponga enseguida que nuestro hombre toma el precepto legal al pie de la letra, y trata de cumplirle en la primera ocasión que se le va a las manos.

De aquí que el poder tenga tantos opositores, y que éstos no convengan entre más que en hacer la oposición. De aquí que, siendo la verdad una sola, y habiendo doscientos que, opinando de otras tantas maneras, pretenden todos hablar con ella, comprenda al cabo el desapasionado ciudadano que todos mienten, que todos lo saben, y que todos le explotan.

Pero lo que hoy se afecta ignorar es que, no obstante la responsabilidad puramente personal que del acto se atribuye Lavalle, la muerte de Dorrego era una consecuencia necesaria de las ideas dominantes entonces, y que dando cima a esta empresa, el soldado intrépido hasta desafiar el fallo de la historia, no hacía más que realizar el voto confesado y proclamado del ciudadano.

En torno de la mesa, adornada de flores extrañas y chispeante de cristales y de argentería, las mujeres de dudosa moral y los amables vividores convocados por Marenval estaban agrupados en un desorden tan familiar como explicable, dada la excelencia de los manjares y la calidad de los vinos, y escuchaban á un joven alto y rubio que, á pesar de las frecuentes interrupciones de que era objeto, seguía hablando con tranquilidad imperturbable: ¡No! no creo en la infalibilidad humana; ni siquiera en la de los que tienen la profesión de dictar sentencias y que pueden por consecuencia atribuirse una experiencia particular. ¡No! no creo que en el momento en que un ciudadano como ustedes y como yo se sienta en el banco de madera de la tribuna del jurado se vea súbitamente iluminado por revelaciones superiores que le otorguen la ciencia infusa. ¡No! no creo que unos honrados padres de familia, ni siquiera los solteros, en cuanto se endosan una toga, con ó sin armiño, no sean ya susceptibles de engañarse ni de dictar sentencias discutibles.

Obvias son las razones que tengo para aconsejar este prudente disimulo, por parte de los poderes públicos, se entiende, y quedando á salvo la lengua y la pluma de cada ciudadano español, para devolver con creces agravio por agravio y para desahogarse hasta quedar satisfecho y pagado.

Jamás lograréis que un hombre supersticioso, máxime si es del tipo que hemos analizado, llegue a ser un ciudadano útil. ¡Este tipo es desdichadamente el producto de una educación de tres siglos *

Consiste la primera en que las provincias del centro del continente son las ménos conocidas por la masa de la poblacion boliviana, y en que es importantísimo para el gobierno como para los especuladores el saber las ventajas que ellas ofrecen, á los diversos géneros de beneficio ó á sus transaciones comerciales, independientemente del interes que inspira siempre al ciudadano amante de su patria, el conocimiento de una parte de su propio pais, que acaso nunca se verá en el caso de visitar.

La eleccion de ministros la hace tambien la asamblea federal: los poderes de los ministros duran seis años, ejercen sus cargos bajo la presidencia del primer ciudadano de la confederacion, presentan sus actos dos veces por año al juicio de la asamblea, y terminados sus poderes, vuelven á su condicion anterior ó son reelegidos si se han hecho dignos.

Mi tío Ramón había tenido que inscribirse en uno de los centros electorales en que la opinión estaba dividida, y aunque con su carácter muy indiferente por la cosa pública, el buen ciudadano figuraba pomposamente en la comisión directiva, debido sin duda a la iniciativa de su mujer, que no admitía excusas, y a sus medios pecuniarios, y no a su entusiasmo por la lucha o a sus aspiraciones políticas.