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Actualizado: 2 de julio de 2025
Una lámpara de siete mecheros, puesta sobre un trípode o candelabro de bronce, ilumina la estancia. Puertas al fondo y a los lados. PROCLO, de edad de cincuenta años, seco, escuálido, consumido por vigilias, ayunos, estudios y mortificaciones, aparece sentado en un sitial. Su discípulo, MARINO, está de pié, junto a él. MARINO. ¡Maestro! ¿Estás decidido a recibir esta noche? PROCLO. Lo estoy.
Donde no hay sitio para una fuente, se coloca un candelabro; donde no halla lugar un plato, se acomoda una taza; si no hay asiento para una jícara, se reprieta una copa; y por último, los huecos que quedan se rellenan con penachos de palillos de dientes, ó tiras bordadas de papel de colores. Todo se ha inspeccionado por las amas de la casa, todo se ha visto y todo se ha manoseado.
Margarita de Austria estaba sentada junto á la misma mesa donde su camarera mayor leía la noche anterior los Miedos y tentaciones de San Antón. Un candelabro de plata, cargado de bujías perfumadas, iluminaba de lleno el bello y pálido semblante de Margarita de Austria.
Alicia vigiló cómo estos cirios eran encendidos y colocados en un candelabro frente á la Virgen. Luego se arrodilló, permaneciendo rígida sobre sus rótulas. Transcurrió el tiempo. Miguel la veía igual á las dos mujeres del pueblo: una masa negra inmovilizada por el rezo y la súplica.
Las señoras rieron, tapándose la cara con los abanicos. ¡Qué lengua, qué lengua tiene usted, Suárez! No me sirve más que para decir lo que es cierto. Las niñas de Madrid me hacen el efecto de sombras chinescas. En ustedes encuentro seres visibles, palpables... y hasta confortables. Marta observó que la bujía de un candelabro se estaba concluyendo y que iba a hacer estallar la arandela de cristal.
Se había puesto a mirar fijamente un candelabro de plata que tenía por delante, al que el tiempo había arrugado la superficie como la piel de una vieja. Su perfil... ¡Dios mío! ¡qué hermoso era ese perfil!... Y era mío... ¡Qué locura!
A la luz de un candelabro de color que ardía en uno de los extremos de la chimenea, devoraba Jacobo los periódicos españoles que relataban el nuevo cambio político acaecido en España y los franceses que lo comentaban haciendo pronósticos y formulando juicios, Frecuentes exclamaciones y aun palabras groseras que se escapaban de sus labios revelaban en él esa sorda cólera que despiertan en el ánimo violento las grandes contrariedades.
Nuchiña, no llores.... Calla, mujer.... Ya te dejo; no te hago nada.... Aguarda un instante. Registró precipitadamente sus bolsillos, rascó un fósforo, miró alrededor, encendió una vela puesta en un candelabro.... Nucha, viéndose libre, callaba; pero se mantenía a la defensiva. Volvió el marqués a disculparse y a consolarla.
Palabra del Dia
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