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Garabato acogía con resignación estas amenazas, pero se vengaba de ellas encerrándose en un silencio de hombre superior, contestando con encogimientos de hombros a la alegría del maestro cuando éste, al volver de la plaza en una tarde feliz, preguntaba con satisfacción infantil: ¿Qué te ha paresío? ¿Verdá que estuve güeno? De la camaradería juvenil guardaba el privilegio de tutear al amo.

¡Dispense, dieciséis! repliqué, volviéndome a medias hacia él. Por otra parte, si me vuelves a echar en cara mi juventud, ¡se acabó nuestra camaradería! ¡En nombre del Cielo! dijo él riéndose. Y continuamos nuestra carrera sin decir palabra.

Usted, que es tan caballero, también sería capaz de hacer por ... Y el buen profesor hablaba como si se sintiera ligado con el príncipe por una camaradería profesional, por una condición idéntica. Los dos estaban enamorados. Lubimoff, ansioso por conocer el encargo, hizo gestos de aprobación. : no se equivocaba; era capaz de hacer en su favor cuanto le pidiese.

Hasta el Océano parecía reflejar bondadosamente la alegre camaradería de los pasajeros.

Se detuvo el coche ante la casa de madera habitada por Watson, y éste se mostró rodeado de su servidumbre. Corrieron hombres y mujeres, lanzando exclamaciones al ver que bajaba del carruaje el ingeniero Robledo. Muchos se abalanzaron para estrechar su mano confianzudamente, con la camaradería de la vida en el desierto.

Dos legislaturas pasadas en la izquierda del salón, le habían hecho adquirir cierta confianza con el jefe; le permitían esa franca camaradería de la oposición, donde desde el leader hasta el que calla, todos viven igualados por su cualidad común de simples diputados.

En su extraña situación, viviendo durante el día de jugueteos infantiles con una muchacha que no despertaba en él más que el regocijo de la camaradería fraternal y durante la noche de tristes recuerdos, lo único que le placía era la confianza de su madre, la tranquilidad de la casa, el poder ir y venir sin sentir fijos en él unos ojos irritados y escuchar palabras de indignación ahogadas entre dientes.

Es la primera vez que lo veo. Y se sentó junto al picador, sin soltar la carabina, que conservaba entre las rodillas. Hazte pa allá, guasón dijo empujando a Potaje con su cuerpo. El picador, que le trataba con ruda camaradería, contestole con otro empellón, y los dos hombretones rieron al empujarse, regocijando a todos los de la mesa con estos jugueteos brutales.