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Actualizado: 2 de junio de 2025


Si el venerable Marcones tuviese en aquel momento cabales sus facultades de observación, hubiese advertido acaso en la mano de la autoridad cierta tendencia muy determinada al movimiento convulsivo. El ladrón, al sentir los pasos de la patrulla, volvió la cabeza con sobresalto y permaneció inmóvil con la ganzúa en la mano. Don Roque y Marcones también se estuvieron quietos.

No es ya la Ley Morúa lo que preocupa á los directores del movimiento; y la carta de Evaristo Estenoz al cónsul de los Estados Unidos en Santiago, prueba que los que hace un mes se lanzaron al campo invocando los derechos de una raza, se darían por satisfechos hoy á los treinta días cabales de iniciado el movimiento con escapar al plomo y el machete de sus incansables perseguidores.

Obedeció el criado, tomó la carta, volvió a la ciudad, y ellos volvieron las riendas, y aquella noche durmieron en Mojados, y de allí a dos días, en Madrid, y en otros cuatro se vendieron las mulas en pública plaza, y hubo quien les fiase por seis escudos de prometido, y aun quien les diese el dinero en oro por sus cabales.

Presume que es un libro de memoria, Aquel puesto en vitela encuadernado, Con letras de oro para mayor gloria: Elegante, gracioso y no cansado, Y que debiendo estar entre cristales Recogido, le goza el más cuitado. Allí en cuatro horas, y esto no cabales, Se recopilan con sublime acento Las cosas que nos dan largos anales.

Pues son mis hermanos y mi hermana Lucrecia, y yo; yo sin pelo de barba todavía, pero con mis dos ojos cabales... con los que me alcanzaste aún, Catana, en época bien memorable para ... Pero no hablemos de esto, canástoles, que es muy amargo y muy duro de digerir... Corriente.

No las tires: guárdalas en ese armario abierto... por si pregunta por ellas... ¿Se siente usted mejor, Nieves? ¿Quiere usted otro poco de la misma bebida para acabar de reaccionarse?... ¡Mira, Cornias, qué fortuna en medio de todo! Ya vuelve en ... ya está en sus cabales... ¡Bendito sea Dios!

¡Nada... nada! tartamudeó la señora de Ulloa . Se me figuró al abrir que estaba ahí dentro un perro muy grande, sentado, y que se levantaba y se me echaba para morderme.... ¿Si no los tendré cabales? Pues mire usted que juraría haberlo visto. ¡El dulce Nombre!

Si no hay cosa mejor que ganarse el pan honradamente, por sus cabales, con tesón, sin impaciencias ni desfallecimientos, que así se va lejos, y de golpe y porrazo no puede hacerse nada bueno. Quilito volvió a reírse. Mire usted, tía, no de otra manera se hacen fortunas en Buenos Aires; ahí tiene a fulano, a zutano y a mengano: ¿dónde se han hecho ricos? ¿detrás de un mostrador? No, en la Bolsa.

Palabra del Dia

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